Tipo de yacimiento: asentamiento romano indeterminado y probable puerto.
Santoña ocupa el extremo sudoccidental de un gran tómbolo, formado por el monte El Ganzo (376 metros), que se adentra en el mar. Frente a esta villa confluyen dos rías, la de Santoña y la de Treto, formada esta última por el río Asón junto con varios cauces fluviales menores, que configuran una marisma en los márgenes de la ría, La boca de esta gran bahía se abre al este, separada del mar abierto por un estrecho, muy reducido debido a la existencia de una gran puntal o barra arenosa que cierra la ría desde el sur.
En la actualidad, la acumulación de arenas en su interior constituye un gran obstáculo para la navegabilidad de la ría, pero sus peculiares características topográficas han otorgado. tradicionalmente a Santoña un carácter de refugio para la navegación cantábrica, situado al abrigo de las corrientes marinas y de los temporales invernales.
Las noticias sobre hallazgos arqueológicos en la villa de Santoña son, en algunos casos concretos, muy antiguas. A mediados del siglo XVIII, E. Flórez recoge una problemática inscripción (CIL 11, 242) hallada al parecer en Santoña y al poco tiempo desaparecida. El epígrafe estaba dedicado a Septimio Severo y en él se mencionaba el Portus Victorige luliubrigensium. Algunos autores como M. de Assas se han servido de este suplesto testimonio para argumentar la identificación de Santoña con el mencionado Portus Victoriae.
Sin embargo, su autenticidad, puesta en cuestión por el propio E. Flórez, hoy en dia está totalmente descartada. En 1841 apareció un aureo de Trajano en las inmediaciones de la iglesia de Santa María del Puerto, que fue regalado al general Espartero.
Entre 1986 y 1987 tuvieron lugar varias campañas arqueológicas en el jardín de la mencionada iglesia de Santa María del Puerto, encargadas al Instituto de Prehistoria y Arqueología "Sautuola” y dirigidas por M. A. García Guinea, hasta el momento la única excavación científica realizada en Santoña. Los resultados de esta investigación han sido publicados de forma parcial por J. R. Vega de la Torre. Este autor recoge la existencia de diversos materiales, en concreto fragmentos de cerámica y vidrio, objetos óseos y metálicos (fíbula, aguja, anzuelos), así como un antoniniano de Victorino y dos bronces de Constancio II, junto con restos malacológicos y faunísticos.
Sin embargo, la publicación de este autor carece de cualquier información de carácter estratigráfico. Según noticias recabadas de E. Illarregui, codirector de las excavaciones de Santoña, el yacimiento constituía un vertedero datado aproximadamente entre el 50/70 y el 150 d. C., con numerosos recipientes de TSG - entre ellos uno con marca de IVLLUS- y TSH. Sobre este vertedero romano, sellado con un nivel de arenas, se instaló una necrópolis altomedieval.
J. R. Vega de la Torre apunta la existencia de varios ejemplares numismáticos más,procedentes posiblemente de esta villa: un as ibérico de Bolskan, un sestercio de Adriano, dos sestercios de Antonino Pio, un sestercio de Commodo y un antoniniano de Claudio IL.
La cercanía de los restos arqueológicos hallados junto a la iglesia de Santa María al puerto actual y la existencia de un potente nivel de arenas en la estratigrafía descubierta, constituyen argumentos de envergadura de cara a establecer la vinculación. entre este yacimiento y el puerto o fondeadero romano que debió existir con toda seguridad en el lugar de la actual Santoña. Por otra parte, las características de los materiales exhumados avalan el establecimiento de un núcleo habitado en una fecha bastante temprana, posiblemente anterior al año 50 d. C., momento en el que se detecta un incipiente comercio con el Sur de la Galia. La Santoña romana debió constituir una escala de cierta importancia en la ruta marítima cantábrica, debido a sus favorables condiciones como refugio y varadero, manteniendo su papel al menos durante el último tercio del siglo I y toda la centuria siguiente. La existencia de materiales arqueológicos que se adscriben a los siglos III y V d. C. confirman la continuidad del habitat, si bien desconocemos en que condiciones tuvo lugar esta perduración.
Hasta el momento carecemos de cualquier dato acerca del urbanismo y el tipo de asentamiento ante el que nos encontramos.
De Brigantium a Oiasso
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