El yacimiento romano de ‘El Eucalipital’ salió a la luz en la década de 1990, si bien ya era conocida su existencia desde mucho antes por los habitantes de la localidad. Los materiales encontrados y analizados pusieron al descubierto una asentamiento localizado entre los siglos II y VI d.C.
Entre los restos encontrados se hallaba una necrópolis y un conjunto de piletas cuyo uso era el de transformar y elaborar conservas y salazones.
Este enclave sería por tanto una más de las Cetariae o factorías repartidas por todo el litoral del Golfo de Cádiz. Entre los productos elaborados destacaría el garum, un manjar muy apreciado en el Imperio Romano, la púrpura o los salazones de diversas especies.
La existencia de este asentamiento pone de manifiesto que el entorno que ocupa en la actualidad Punta Umbría estaría dentro de la intrincada red de relaciones y rutas comerciales que se dirigían desde Roma y cuya dirección principal sin lugar a duda eran los puertos más importantes del imperio Romano tales como Ostia en Roma, Cartago en Túnez, Hispalis, Gades, o el puerto de El Pireo en Atenas.
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jueves, 30 de abril de 2020
Caetaria
Caetaria o más correctamente Cetaria fue un lugar de época romana situado en el término municipal de Algeciras, nombrado por Ptolomeo en el siglo II con el nombre de Cetaria y por el Anónimo de Rávena en el siglo VII con datos del siglo IV con el nombre de Cetraria. En su origen fue una factoría de salazón fundada probablemente antes del siglo I a. C.. Pues el nombre latino Cetaria deriva del latín cetus, que significa “pez de gran tamaño” y es préstamo de la palabra griega ketos, de la que deriva cetáceo y que puede significar monstruo acuático (atún o ballena).
Estuvo situada en el camino entre Algeciras y Tarifa y debió de albergar edificios destinados a los viajeros. Tal vez estuviera en la ensenada de Getares lindando con el actual núcleo urbano de Algeciras y a 20 metros de la playa y cerca del río Pícaro. La arqueología ha localizado en este lugar restos de varias piletas de salazón similares a las de otras ciudades del estrecho como Baelo Claudia e Iulia Traducta, además de otros restos de construcciones no identificadas, y numerosas ánforas y cepos de anclas en la zona de costa inmediatamente cercana.
Además, el topónimo del lugar en el que se encuentra, Getares, podría proceder de una deformación de un derivado del nombre de Cetaria, que en la Edad Media el rey Alfonso XI en su crónica nombra el lugar como Xetares.
Tanto el nombre Cetaria como los hallazgos arqueológicos de Getares corresponden a un lugar dedicado a la pesca de atunes mediante la técnica de la almadraba y a la elaboración de diversos productos tales como salazones y garum durante el siglo I. Quizás su industria se relacionaba con las factorías de salazones localizadas en el centro de Algeciras correspondientes a Iulia Traducta y a las salinas y alfares de Portus Albus en la playa del Rinconcillo. El asentamiento fue abandonado definitivamente en el siglo VI, momento en que las ciudades romanas del estrecho entraban en declive o desaparecían, y no aparece mencionada en las fuentes escritas durante la conquista árabe de la península ibérica.
Los restos arqueológicos de Cetaria permanecen soterrados en un terreno privado desde su excavación en los años ochenta del siglo XX.
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Estuvo situada en el camino entre Algeciras y Tarifa y debió de albergar edificios destinados a los viajeros. Tal vez estuviera en la ensenada de Getares lindando con el actual núcleo urbano de Algeciras y a 20 metros de la playa y cerca del río Pícaro. La arqueología ha localizado en este lugar restos de varias piletas de salazón similares a las de otras ciudades del estrecho como Baelo Claudia e Iulia Traducta, además de otros restos de construcciones no identificadas, y numerosas ánforas y cepos de anclas en la zona de costa inmediatamente cercana.
Además, el topónimo del lugar en el que se encuentra, Getares, podría proceder de una deformación de un derivado del nombre de Cetaria, que en la Edad Media el rey Alfonso XI en su crónica nombra el lugar como Xetares.
Tanto el nombre Cetaria como los hallazgos arqueológicos de Getares corresponden a un lugar dedicado a la pesca de atunes mediante la técnica de la almadraba y a la elaboración de diversos productos tales como salazones y garum durante el siglo I. Quizás su industria se relacionaba con las factorías de salazones localizadas en el centro de Algeciras correspondientes a Iulia Traducta y a las salinas y alfares de Portus Albus en la playa del Rinconcillo. El asentamiento fue abandonado definitivamente en el siglo VI, momento en que las ciudades romanas del estrecho entraban en declive o desaparecían, y no aparece mencionada en las fuentes escritas durante la conquista árabe de la península ibérica.
Los restos arqueológicos de Cetaria permanecen soterrados en un terreno privado desde su excavación en los años ochenta del siglo XX.
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Toletum
Toletum era un asentamiento de la península ibérica dentro de la Tarraconense. En el siglo III aparece relacionada como ciudad romana en el Itinerario Antonino A-25 encabezado con el título de Alio itinere ab Emerita Cesaragustam 369 que significa Otro camino de Mérida a Zaragoza, 369 millas, entre las plazas de Augustobriga y Titulciam. Se corresponde con la actual Toledo.
Historia
De la etapa republicana se desconoce casi todo salvo algunos restos arqueológicos. De ese periodo destaca la numismática, acuñándose ases de bronce con la leyenda Tole en el exergo. En general se daría un continuismo del modo de vida indígena, convirtiéndose en una ciudad estipendiara, es decir, que paga tributo o "stipendium" a Roma. Por otro lado, la máxima autoridad del territorio sería ya un Gobernador provincial, representante del Senado de Roma en la zona.
En época augusta se iniciaría un programa monumental que la equipararía a una verdadera urbs romana. El exterior de la ciudad daría una imagen de "ciudad-fachada", condicionada por la topografía del lugar. En el interior, se desconoce donde se situarían el foro, las basílicas y templos, planteándose que estuvieran bajo el actual Alcázar o en la zona del Ayuntamiento. Sí se conocen la situación del circo y el teatro (en el parque de Carmelitas), el anfiteatro (Covachuelas), acueducto y Puente de Alcántara así como la necrópolis.
Inscripciones de finales del siglo I y principios del siglo II demuestran la municipalidad de Toledo, al mostrar la presencia de "decuriones", figuras existentes sólo en lugares con rango de municipio. Sobre cuándo sucedió el cambio de estamento se debaten dos posibles opciones: o bien en la época Augusta o bien en la época flavia, siendo más plausible la primera opción según los historiadores locales.
El primer asentamiento fijo que se conoce en la ciudad de Toledo es una serie de castros, sobre los que después se levantó la ciudad celtibérica amurallada, uno de los más importantes centros de los carpetanos. Uno de estos primeros asentamientos se sitúa en el Cerro del Bú (sobre un cerro de la orilla izquierda del río Tajo), del que se han obtenido numerosos restos en excavaciones realizadas, y que se pueden observar en el actual Museo-Hospital de Santa Cruz, en Toledo.
En el año 193 a. C. y tras una gran resistencia, Marco Fulvio Nobilior conquista la ciudad. Los romanos la reconstruyeron y la denominaron Toletum, en la provincia de Carpetania. La ciudad desarrolló una importante industria del hierro que la llevó a acuñar moneda. La zona donde se asentaba la ciudad sufrió un profundo proceso de romanización, como atestiguan los numerosos restos de villas romanas, especialmente en la ribera del Tajo.
Los romanos dejaron numerosos vestigios en la faz toledana, como un imponente acueducto, del que únicamente se conservan las bases a ambos lados del Tajo, una vía romana, parte de la cual se puede ver en las laderas de los cerros de la margen izquierda del río, y un circo, ubicado en un parque público y parcialmente desenterrado. Existen otros muchos vestigios que, pese a estar dados por desaparecidos en muchos casos, es muy probable que se encuentren en el subsuelo de la urbe, tales como el teatro (ubicado en el solar inmediato al circo y que actualmente ocupa un colegio), el anfiteatro (bajo el barrio de Covachuelas), una importante infraestructura hidráulica (como los vestigios que quedan al lado de la puerta donde se accede a la mezquita del Cristo de la Luz), numerosas calzadas (como las recientemente encontradas a siete metros aproximadamente de profundidad bajo el jardín de la Mezquita anteriormente mencionada), así como termas, aliviaderos, villas, etc.
Hay que destacar que la mayor parte de estas construcciones históricas fueran desmontadas, siendo los sillares aprovechados para la construcción de otros edificios y para la muralla que rodea la ciudad, si bien, posiblemente la mayor riqueza arqueológica de Toledo se encuentre enterrada bajo su subsuelo.
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Historia
De la etapa republicana se desconoce casi todo salvo algunos restos arqueológicos. De ese periodo destaca la numismática, acuñándose ases de bronce con la leyenda Tole en el exergo. En general se daría un continuismo del modo de vida indígena, convirtiéndose en una ciudad estipendiara, es decir, que paga tributo o "stipendium" a Roma. Por otro lado, la máxima autoridad del territorio sería ya un Gobernador provincial, representante del Senado de Roma en la zona.
En época augusta se iniciaría un programa monumental que la equipararía a una verdadera urbs romana. El exterior de la ciudad daría una imagen de "ciudad-fachada", condicionada por la topografía del lugar. En el interior, se desconoce donde se situarían el foro, las basílicas y templos, planteándose que estuvieran bajo el actual Alcázar o en la zona del Ayuntamiento. Sí se conocen la situación del circo y el teatro (en el parque de Carmelitas), el anfiteatro (Covachuelas), acueducto y Puente de Alcántara así como la necrópolis.
Inscripciones de finales del siglo I y principios del siglo II demuestran la municipalidad de Toledo, al mostrar la presencia de "decuriones", figuras existentes sólo en lugares con rango de municipio. Sobre cuándo sucedió el cambio de estamento se debaten dos posibles opciones: o bien en la época Augusta o bien en la época flavia, siendo más plausible la primera opción según los historiadores locales.
El primer asentamiento fijo que se conoce en la ciudad de Toledo es una serie de castros, sobre los que después se levantó la ciudad celtibérica amurallada, uno de los más importantes centros de los carpetanos. Uno de estos primeros asentamientos se sitúa en el Cerro del Bú (sobre un cerro de la orilla izquierda del río Tajo), del que se han obtenido numerosos restos en excavaciones realizadas, y que se pueden observar en el actual Museo-Hospital de Santa Cruz, en Toledo.
En el año 193 a. C. y tras una gran resistencia, Marco Fulvio Nobilior conquista la ciudad. Los romanos la reconstruyeron y la denominaron Toletum, en la provincia de Carpetania. La ciudad desarrolló una importante industria del hierro que la llevó a acuñar moneda. La zona donde se asentaba la ciudad sufrió un profundo proceso de romanización, como atestiguan los numerosos restos de villas romanas, especialmente en la ribera del Tajo.
Los romanos dejaron numerosos vestigios en la faz toledana, como un imponente acueducto, del que únicamente se conservan las bases a ambos lados del Tajo, una vía romana, parte de la cual se puede ver en las laderas de los cerros de la margen izquierda del río, y un circo, ubicado en un parque público y parcialmente desenterrado. Existen otros muchos vestigios que, pese a estar dados por desaparecidos en muchos casos, es muy probable que se encuentren en el subsuelo de la urbe, tales como el teatro (ubicado en el solar inmediato al circo y que actualmente ocupa un colegio), el anfiteatro (bajo el barrio de Covachuelas), una importante infraestructura hidráulica (como los vestigios que quedan al lado de la puerta donde se accede a la mezquita del Cristo de la Luz), numerosas calzadas (como las recientemente encontradas a siete metros aproximadamente de profundidad bajo el jardín de la Mezquita anteriormente mencionada), así como termas, aliviaderos, villas, etc.
Hay que destacar que la mayor parte de estas construcciones históricas fueran desmontadas, siendo los sillares aprovechados para la construcción de otros edificios y para la muralla que rodea la ciudad, si bien, posiblemente la mayor riqueza arqueológica de Toledo se encuentre enterrada bajo su subsuelo.
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miércoles, 29 de abril de 2020
Nertobriga
Nertobriga fue una ciudad perteneciente al pueblo celtibero de los Belos que se situaría en la actual provincia de Zaragoza (España), entre las localidades de Ricla, Calatorao y La Almunia de Doña Godina. En el siglo III aparece relacionada en el Itinerario Antonino A-24 y en Itinerario Antonino A-25 encabezado con el título de Alio itinere ab Emerita Cesaragustam 369 que significa Otro camino de Mérida a Zaragoza, 369 millas, entre las plazas de Bilbilis y Segontia.
Las actuales ruinas y los recientes descubrimientos de lo que fue la ciudad de Nertobriga se encuentran entre el término municipal de Calatorao y La Almunia de Doña Godina, ocupando más terreno de este último.Historia
La ocupación de la zona se remonta al menos a la Edad del Bronce Medio, como atestiguan los restos cerámicos hallados en el cercano yacimiento de Cabezo Chinchón, que se mantuvo habitado hasta la primera Edad de Hierro[1] (siglos VI-V a. C.).
Nertobriga propiamente dicha nacerá en el siglo IV a. C., o acaso poco antes. Será una importante ciudad celtibérica, como demuestra la acuñación en el siglo III a. C. de monedas de bronce en las que aparece la figura de un jinete armado con lanza y con la leyenda «Nertobis».
En el 152 a. C., en el transcurso de la segunda guerra celtíbera, la ciudad se rindió ante el cónsul romano Marco Claudio Marcelo. Bajo el gobierno de Roma continuó su existencia hasta el siglo V d. C., encontrándose sus restos en los yacimientos de La Torre (Calatorao) y Puyrredondo-Virgen de Cabañas (La Almunia).
Fue en Nertobriga donde se dice que, en el año 306, sufrieron martirio los santos cristianos San Teopompo y San Sinesio, a quienes aún hoy en día se venera en la cercana población de Ricla.
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Graccurris - Alfaro
Graccurris fue una ciudad romana correspondiente a la actual Alfaro, La Rioja, fundada por Tiberio Sempronio Graco en el 179 a. C. sobre una ciudad o poblado arévaco. celtíbero llamado Ilurce o Ilurcís, para asentar a heridos romanos e indígenas durante su campaña contra los Celtíberos.
Durante el período de conquista, fue una fiel aliada de Roma, pero durante las guerras civiles entre Cayo Mario y Sila, se pasó al bando popular dirigido por Quinto Sertorio. Cuando este fue vencido, pasó a engrosar la clientela de Pompeyo en la Península.
Fue convertida en municipio romano bajo Julio César o Augusto, asignada a la provincia Hispania Citerior Tarraconensis, perteneciendo dentro de ella al Conventus iuridicus Caesaraugustanus.
Sirvió como mansio o punto intermedio de hospedería en la vía que comunicaba Caesaraugusta con Asturica Augusta.
Actualmente se conservan los restos de esta ciudad romana en el yacimiento de las eras de San Martín en Alfaro y un ninfeo del siglo I en las orillas del río Alhama.
En época del emperador Tiberio, acuñó moneda. Ases y Semises de bronce, con el busto del emperador en el anverso y un toro mitrado en el reverso de los ases y la cabeza del toro mitrado en el de los semises.
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Durante el período de conquista, fue una fiel aliada de Roma, pero durante las guerras civiles entre Cayo Mario y Sila, se pasó al bando popular dirigido por Quinto Sertorio. Cuando este fue vencido, pasó a engrosar la clientela de Pompeyo en la Península.
Fue convertida en municipio romano bajo Julio César o Augusto, asignada a la provincia Hispania Citerior Tarraconensis, perteneciendo dentro de ella al Conventus iuridicus Caesaraugustanus.
Sirvió como mansio o punto intermedio de hospedería en la vía que comunicaba Caesaraugusta con Asturica Augusta.
Actualmente se conservan los restos de esta ciudad romana en el yacimiento de las eras de San Martín en Alfaro y un ninfeo del siglo I en las orillas del río Alhama.
En época del emperador Tiberio, acuñó moneda. Ases y Semises de bronce, con el busto del emperador en el anverso y un toro mitrado en el reverso de los ases y la cabeza del toro mitrado en el de los semises.
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Ceca del Noroeste
Las acuñaciones conocidas como moneta castrensis o de caetra, forman parte de las emisiones o acuñaciones de la ceca del noroeste de la Península Ibérica. Estas acuñaciones carecen de topónimo, por lo que desconocemos su procedencia exacta. Ni indica si fue acuñada por orden de un magistrado romano, por lo que es muy probable, que su acuñación sea de época imperial.
Para Villaronga la leyenda IMP AVG DIVI F sugiere que las acuñaciones sean posteriores al año 27 a. C., por la proximidad tipológica con las acuñaciones de Emerita, del legado Publio Carisio y la ausencia de la tribunicia potestas nos ayudan a datarlos en una fecha posterior al año 23 a. C. Mientras Volk sugiere en su trabajo que la época de emisión sea en torno a los años 18-17 a. C. y que fueran realizadas por artesanos de Patricia afincados en Lucus o que se acuñaran en Patricia directamente. Lo que sí es seguro es que son acuñaciones de carácter militar, de cronología incierta.
Localización
Todavía está por determinar la localización de la ceca, pues la mayoría de hallazgos se han producido en la zona del NO, lo que sugiere que la ceca sea de allí como sugiere Sagredo, lo cual también se relaciona con las tropas romanas que lucharon en las guerras cántabras] contra astures y cántabros.
Tipología
Estas acuñaciones del NO se dividen en dos series, de dos posibles talleres:
La primera serie de monedas corresponde a sestercios, dupondios y ases de cobre con gran porcentaje de plomo. Posiblemente acuñados por un taller principal, el cual algunos autores, como Sagredo,[4] sitúan en Lucus (Lugo, España), por la aparición de los flanes para fabricar moneda, caracterizadas por un buen grabado, uniformidad tipológica de los anversos y cospeles de sección troncocónica.
La segunda serie es de ases de grabado más tosco, lo que sugiere que fueron acuñadas en otro taller auxiliar por artesanos diferentes, en un lugar y momento diferentes, teoría defendida por Giard,[6] aunque otros autores, como García-Bellido,[7] defienden que fueron copias oficiales. Además la homogeneidad de estas acuñaciones sugiere que su acuñación se produjo en un corto período de tiempo y por un mismo equipo de artesanos.
Utilización
Estas moneta castrensis fueron poco contramarcadas, aunque tuvieron un uso militar, por lo que se puede sugerir que fueron percibidas como numerario del Estado.
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Para Villaronga la leyenda IMP AVG DIVI F sugiere que las acuñaciones sean posteriores al año 27 a. C., por la proximidad tipológica con las acuñaciones de Emerita, del legado Publio Carisio y la ausencia de la tribunicia potestas nos ayudan a datarlos en una fecha posterior al año 23 a. C. Mientras Volk sugiere en su trabajo que la época de emisión sea en torno a los años 18-17 a. C. y que fueran realizadas por artesanos de Patricia afincados en Lucus o que se acuñaran en Patricia directamente. Lo que sí es seguro es que son acuñaciones de carácter militar, de cronología incierta.
Localización
Todavía está por determinar la localización de la ceca, pues la mayoría de hallazgos se han producido en la zona del NO, lo que sugiere que la ceca sea de allí como sugiere Sagredo, lo cual también se relaciona con las tropas romanas que lucharon en las guerras cántabras] contra astures y cántabros.
Tipología
Estas acuñaciones del NO se dividen en dos series, de dos posibles talleres:
La primera serie de monedas corresponde a sestercios, dupondios y ases de cobre con gran porcentaje de plomo. Posiblemente acuñados por un taller principal, el cual algunos autores, como Sagredo,[4] sitúan en Lucus (Lugo, España), por la aparición de los flanes para fabricar moneda, caracterizadas por un buen grabado, uniformidad tipológica de los anversos y cospeles de sección troncocónica.
La segunda serie es de ases de grabado más tosco, lo que sugiere que fueron acuñadas en otro taller auxiliar por artesanos diferentes, en un lugar y momento diferentes, teoría defendida por Giard,[6] aunque otros autores, como García-Bellido,[7] defienden que fueron copias oficiales. Además la homogeneidad de estas acuñaciones sugiere que su acuñación se produjo en un corto período de tiempo y por un mismo equipo de artesanos.
Utilización
Estas moneta castrensis fueron poco contramarcadas, aunque tuvieron un uso militar, por lo que se puede sugerir que fueron percibidas como numerario del Estado.
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martes, 28 de abril de 2020
Pisoraca
La localidad palentina de Herrera de Pisuerga se encuentra en la comarca de Boedo-Ojeda, a orillas de los ríos Pisuerga y Burejo. Dista 77km. de Palencia, de fácil acceso a través de la A 67, y 97km. de Burgos –por la A 231-.
El asentamiento indígena, posiblemente turmogo, de Pisoraca pasó al orbe de la República de Roma en torno al 29-28 a.C. Se convirtió en el campamento romano de la Legio IIII Macedonia desde el 19 a.C. hasta el 43 d.C. año en que es trasladada la legión a Germania. Tras la salida de la Legión permanece en el núcleo urbano una población romano-indígena, convirtiéndose Pisoraca desde mediados del siglo I d.C. en un núcleo clave en las comunicaciones del norte peninsular como salida a los puertos cantábricos (Portus Blendium o Portus Victoriae) con cereales de la Tierra de Campos y esclavos en dirección a Roma o la Galia.
La prosperidad de la ciudad y la riqueza de las tierras, bañadas por el Pisuerga, el Burejo, el Boedo, etc. dan lugar a la proliferación de villas romanas dedicadas a la explotación agrícola y ganadera. El inventario arqueológico de Palencia de la Diputación de Castilla y León tiene contabilizadas la existencia de al menos 150 villas en la provincia palentina.
La visita al Aula Arqueológica Pisoraca nos permitirá conocer los modos y costumbres propias de los legionarios. A la entrada del aula se ha reconstruido una torre de vigilancia romana de ocho metros de altura. En el exterior se ha recreado la entrada a un campamento militar romano, incluyendo una calzada romana con miliarios.
En el interior del aula encontraremos diferentes indumentarias propias de los legionarios y reproducciones del armamento utilizado por los mismos. Los restos arqueológicos del campamento romano están declarados Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica, desde el año 1993.
Viator Imperi
El asentamiento indígena, posiblemente turmogo, de Pisoraca pasó al orbe de la República de Roma en torno al 29-28 a.C. Se convirtió en el campamento romano de la Legio IIII Macedonia desde el 19 a.C. hasta el 43 d.C. año en que es trasladada la legión a Germania. Tras la salida de la Legión permanece en el núcleo urbano una población romano-indígena, convirtiéndose Pisoraca desde mediados del siglo I d.C. en un núcleo clave en las comunicaciones del norte peninsular como salida a los puertos cantábricos (Portus Blendium o Portus Victoriae) con cereales de la Tierra de Campos y esclavos en dirección a Roma o la Galia.
La prosperidad de la ciudad y la riqueza de las tierras, bañadas por el Pisuerga, el Burejo, el Boedo, etc. dan lugar a la proliferación de villas romanas dedicadas a la explotación agrícola y ganadera. El inventario arqueológico de Palencia de la Diputación de Castilla y León tiene contabilizadas la existencia de al menos 150 villas en la provincia palentina.
La visita al Aula Arqueológica Pisoraca nos permitirá conocer los modos y costumbres propias de los legionarios. A la entrada del aula se ha reconstruido una torre de vigilancia romana de ocho metros de altura. En el exterior se ha recreado la entrada a un campamento militar romano, incluyendo una calzada romana con miliarios.
En el interior del aula encontraremos diferentes indumentarias propias de los legionarios y reproducciones del armamento utilizado por los mismos. Los restos arqueológicos del campamento romano están declarados Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica, desde el año 1993.
Viator Imperi
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