lunes, 27 de febrero de 2017

Ciudad hispanorromana de Valeria

La ciudad hispanorromana de Valeria se encuentra en el extremo meridional de  la Serranía de Cuenca, en las últimas estribaciones del Sistema Ibérico, y debido a que su nombre pervive en el del pueblo actual nunca han existido dudas acerca de la identidad de sus ruinas. Además, nos es conocida por inscripciones que aluden a la Res publica Valeriensis, y por las citas de los autores clásicos. Ptolomeo la señala entre las ciudades del oriente de la Celtiberia y Plinio la incluye dentro de las ciudades de Derecho Latino Viejo pertenecientes al conventus cartaginense.
Aunque la zona, según atestiguan las fuentes y confirman los hallazgos arqueológicos, fue conquistada para Roma por el pretor Tiberius Sempronius Gracchus  en el 179 a. de C., los orígenes de la Valeria romana son oscuros. Para algunos autores Valeria habría sido refundada a partir de unos cuantos  núcleos indígenas, incluida Althea, cabeza de los olcades, recibiendo el nombre de su Patronus, su fundador Gaius Valerius Flaccus, procónsul de la citerior hacia el 92 a de C., momento en que se enfrentó a  ciertas poblaciones de la Celtiberia que se habían rebelado contra los abusos del poder romano.
Aunque ya desde mediados del siglo I a C. se observa nítidamente la romanización de la población, que ya poseía un foro, infraestructura fundamental para la administración de la ciudad y su territorio, la época de mayor desarrollo urbano de la urbs se inició tras el cambio de Era.
Y es que, como consecuencia de la concesión del ius latii por Augusto entre los años 27 y 24 a. n. e., se produjo una radical reordenación urbanística de la que fue parte fundamental la monumentalización de la ciudad con la erección de edificios públicos adecuados a su status. Y ello porque la nueva urbe se había convertido en un refl ejo de Roma, y sus ciudadanos tenían ahora la posibilidad de promocionarse fuera del ámbito local hasta alcanzar, en algunos casos, puestos destacados dentro la administración imperial.
Durante el resto del Imperio Valeria sufrió los devenires propios de las ciudades de Hispania: inmovilismo en el siglo II, profundos cambios a partir del III, y con la desaparición del Estado romano una hegemonía territorial mantenida como sede episcopal visigoda. El espacio administrado por la diócesis valeriense, sobre el que se solapará en parte la Tierra de Cuenca tras la Reconquista, administrada desde la cercana capital, fue a grandes rasgos el territorium valeriense, el ámbito espacial que la antigua ciudad de Valeria tutelaba.
Porque Valeria, como cualquier ciudad romana, era el centro administrativo, político y religioso de un amplio territorio.
A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, momento en que tenemos un mundo rural prácticamente despoblado, en la antigüedad romana era mayor el número de habitantes residentes en el territorium que los que moraban en la ciudad.
A través de la red viaria que converge radialmente en ella, los ciudadanos de ese amplio espacio, llamado ager, acudían a la urbs para resolver asuntos administrativos, pagar impuestos, intercambiar productos, comerciar, asistir a los espectáculos, rendir culto a los dioses o votar.

(Ciudad  Valeria)


Calzadas donde se incluye
Calzada
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Vía menor de Opta a Valeria

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