lunes, 22 de abril de 2019

Roma en las Baleares

Poco antes de la conquista de Baleares, el Estado romano había iniciado un proceso de transformación que durará un siglo y que culminará con la aparición del régimen imperial. Todo ese período final de la república romana es conocido con diversas etiquetas como las de crisis de la república o republica tardía. Lo más significativo del mismo está marcado por la lucha abierta entre las dos tendencias políticas dominantes: la de los populares o defensores de acelerar los cambios políticos para adaptarlos a las nuevas realidades sociales y, por lo mismo, más partidarios de gobernar con el apoyo de la asamblea del pueblo, organizada por tribus, frente a los optimates o representantes de los sectores más conservadores. Los comienzos de este período se vinculan a las figuras de los hermanos Graco, hijos de Tiberio Sempronio Graco, quien había sido gobernador de la Hispania Citerior los años 180-179. El mayor de los hijos, Tiberio, siendo tribuno de la plebe en Roma el 133 a.C. pretendió adaptar el aparato del Estado a las nuevas realidades con propuestas como la fundación de colonias romanas fuera de Italia, repartos de tierra a los sectores ciudadanos empobrecidos y ampliación del privilegio de la ciudadanía romana a muchas ciudades de derecho latino. 
En ese marco de nuevas propuestas políticas se produjo la conquista de Baleares. El pretexto para la anexión de las islas residía en la acusación de que servían para refugio de piratas que estaban obstaculizando el comercio por el Mediterráneo occidental. A su vez, Roma había desplazado muchas tropas de Italia durante las guerras contra celtíberos y lusitanos y el Estado no disponía de tierras suficientes en Italia para distribuir a los soldados veteranos que pretendía licenciar. 
El hábil manejo de la honda de los baleáricos, en cuyo dominio se ejercitaban desde niños, no pudo impedir que las tropas de Cecilio Metelo desembarcaran y se adueñaran de las islas el año 123 a.C.. Estrabón nos dice que Metelo llevó como colonos a 3.000 romanos de Iberia. Estos romanos, antiguos componentes de tropas legionarias, fueron asentados en las colonias latinas de Palma (Palma de Mallorca) y Pollentia (Pollensa, en la misma isla). Los estudios sobre catastros romanos han comprobado que, efectivamente, en los campos cercanos a Mallorca, hay marcas de lo que fueron los lotes de tierras distribuidos a los soldados veteranos. 
Con estas intervenciones, las islas recibieron un contingente de itálicos mayor que otras partes de la Península. Tales ciudades sirvieron pronto de modelo de referencia para el resto de las ciudades de las islas. Aunque los baleáricos siguieron teniendo fama de excelentes honderos, ello no debe entenderse como expresión de la pervivencia de costumbres bárbaras, pues, antes de la llegada de los romanos, las islas habían estado bajo la influencia cultural de Cartago: basta sólo con recordar a la ciudad púnica de Ibiza, uno de los centros más activos de la civilización y economía cartaginesa.

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