El Templo de Diana es el único edificio destinado al culto religioso que aún queda en pie en Mérida. Tuvo que ser uno de los principales templos de la urbe teniendo en cuenta el sentido de su culto y el lugar que ocupaba en la ciudad. Estaba emplazado en lo que fue el foro central de Mérida, cercano al cruce de las dos vías principales, el cardo y el decumanus, cuya línea sigue la calle Santa Eulalia y sería uno de los edificios monumentales que acotaron este espacio. Orientado de norte a sur, su fachada posterior sería paralela a la línea del decumanus.
El Templo de Diana constaba de su propio recinto ajardinado, abierto al foro mediante un pórtico de pilastras y con dos estanques frente a las fachadas mayores.
Gracias a que en el siglo XVI el edificio sirvió de base para la construcción del “Palacio de los Corbos” se ha conservado gran parte de su estructura. Desde 1972 se vienen realizando excavaciones en las inmediaciones del templo. Esto unido al derribo de algunas construcciones aledañas, ha permitido realizar grandes avances en el conocimiento de este monumento.
La última restauración realizada por el arquitecto Hernández Gil, ha permitido la reconstrucción parcial del edificio a partir de los restos proporcionados por las campañas arqueológicas de José María Álvarez Martínez.
El Templo de Diana presenta similitudes con otras obras de este tipo realizadas bajo el imperio de Augusto, como la Maison Carrée de Nimes, el capitolio de Viene o el templo de Barcelona. Sus dimensiones en planta son de 32 m. por 18,5 m. La construcción se eleva sobre un podio de 3,23 metros, revestido de sillares bien recortados y dispuestos a soga y tizón, que remata con una cornisa moldurada, de la que varias columnas han llegado completas, permitiéndonos una visión general del templo. Consta de 11 columnas en los laterales mayores de 8 m. aproximadamente. Todos los elementos se elaboraron en piedra de granito y recubiertos con estuco como puede observarse aún en algunos fragmentos.
Por el momento no es posible la reconstrucción interior del templo. Apenas algunos “basamentos” internos permiten entrever la división mediante columnas del espacio interno y la prolongación de este hasta el primer intercolumnio lateral. De modo que existió un pórtico reducido en la parte lateral.
Esta edificación se ha conocido por los habitantes de Mérida como Templo de Diana. No obstante todo lleva a pensar que el templo estuvo dedicado al culto imperial, y como tal, es posible que reuniera la imagen del emperador así como la del senado divinizado, haciéndose extensivo este culto a la diosa Roma. La situación de estos templos de culto oficial en el área del foro y en un lugar elevado, como ocurre en Mérida, corroboran la finalidad del mismo.
Se piensa que fue construido a los largo del siglo I desde la etapa de Augusto y más concretamente durante el gobierno de Tiberio, entre el 14 y el 37 de nuestra era
El Templo de Diana constaba de su propio recinto ajardinado, abierto al foro mediante un pórtico de pilastras y con dos estanques frente a las fachadas mayores.
Gracias a que en el siglo XVI el edificio sirvió de base para la construcción del “Palacio de los Corbos” se ha conservado gran parte de su estructura. Desde 1972 se vienen realizando excavaciones en las inmediaciones del templo. Esto unido al derribo de algunas construcciones aledañas, ha permitido realizar grandes avances en el conocimiento de este monumento.
La última restauración realizada por el arquitecto Hernández Gil, ha permitido la reconstrucción parcial del edificio a partir de los restos proporcionados por las campañas arqueológicas de José María Álvarez Martínez.
El Templo de Diana presenta similitudes con otras obras de este tipo realizadas bajo el imperio de Augusto, como la Maison Carrée de Nimes, el capitolio de Viene o el templo de Barcelona. Sus dimensiones en planta son de 32 m. por 18,5 m. La construcción se eleva sobre un podio de 3,23 metros, revestido de sillares bien recortados y dispuestos a soga y tizón, que remata con una cornisa moldurada, de la que varias columnas han llegado completas, permitiéndonos una visión general del templo. Consta de 11 columnas en los laterales mayores de 8 m. aproximadamente. Todos los elementos se elaboraron en piedra de granito y recubiertos con estuco como puede observarse aún en algunos fragmentos.
Por el momento no es posible la reconstrucción interior del templo. Apenas algunos “basamentos” internos permiten entrever la división mediante columnas del espacio interno y la prolongación de este hasta el primer intercolumnio lateral. De modo que existió un pórtico reducido en la parte lateral.
Esta edificación se ha conocido por los habitantes de Mérida como Templo de Diana. No obstante todo lleva a pensar que el templo estuvo dedicado al culto imperial, y como tal, es posible que reuniera la imagen del emperador así como la del senado divinizado, haciéndose extensivo este culto a la diosa Roma. La situación de estos templos de culto oficial en el área del foro y en un lugar elevado, como ocurre en Mérida, corroboran la finalidad del mismo.
Se piensa que fue construido a los largo del siglo I desde la etapa de Augusto y más concretamente durante el gobierno de Tiberio, entre el 14 y el 37 de nuestra era
No hay comentarios:
Publicar un comentario