La muralla era otra de las claves de la ciudad en tiempos de Julio César. Construida para reemplazar a la antigua empalizada cartaginesa, compuesta de troncos y barro, fue ampliada y perfeccionada durante el imperio César Augusto. Debido a las posteriores modificaciones, únicamente se puede reconocer el material que los romanos usados en algunas piezas reutilizadas en los Reales Alcázares. Por una parte de la muralla, la Puerta de Carmona entraba un acueducto que traía el agua de Alcalá de Guadaíra. Conocido como Los Caños de Carmona, por su dirección hacia la ciudad, únicamente quedan los restos conservados en la calle Luis Montoto.
La ciudad tuvo un importante interés económico para los romanos desde los inicios. Entre sus actividades, se encontraba la comercialización de aceite y mineral. Una prueba de ello es que en la calle Francos se descubrió un edificio que parece ser una corporación de aceiteros. También el puerto, ubicado en el entorno de la actual Puerta Jerez, fue un espacio muy importante para la ciudad y una salida económica.
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