Como su nombre indica, el yacimiento está sobre una terraza fluvial, en este caso del río Aragón. Desde allí se tiene el dominio de amplias tierras y fue el asentamiento de una guarnición militar sobre el paso de Vadoluengo.
La prospección llevada a cabo por Labeaga permitió determinar, como hemos visto, que se trataba de un campamento romano del que eran visibles algunos tramos del muro que circundaba un espacio rectangular de 300 m. por 225 m. El lado oeste, carece de escarpe y está protegido por un foso de 300 m. de longuitud.
La anchura de la muralla se estima en 0,70 m. y presenta aparejo de tamaño grande, bastante bien escuadrado. Por el material de superficie recogido: cerámicas y monedas, se estiman fechas tempranas de la romanización (Labeaga, J.C. 1987).
Una intervención arqueológica en el lugar vino a confirmar los datos observados por Labeaga, precisando la anchura de la muralla en 1,20 y 1,50 m. En la recuperación del material, se identifican cerámicas celtibéricas confirmando en este caso la ocupación del lugar en los momentos finales de la protohistoria, dato que consideramos de gran interés, pues recordemos que Labeaga, en la prospección de 1987, no había documentado resto alguno de la Edad del Hierro (Ramos, M. 1991-92).
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