viernes, 1 de diciembre de 2023

LAS CANARIAS:Y LOS ROMANOS

 Las Islas Canarias servían como límite entre el mundo real y el irreal, la frontera tras la cual empezaba lo desconocido y lo mitológico, pero hacia las cuales viajaban con frecuencia navegantes hispanos. Se tienen noticias de viajes cartagineses y de algún intento de colonización, así como del re- descubrimiento de las islas de manos de pescadores y comerciantes gaditanos que navegaban con frecuencia por sus aguas llevándoles a reconocer en las islas la fábula griega de la Isla de los Afortunados en la que, o al menos así los afirma Estrabón «...hoy reconocemos algunas de las islas situadas no lejos de los extremos de la Maurosía, frente a Gades...»?*. El hecho de que se atribuya una localización geográfica real a las Islas de los Afortunados no es exclusivo del geógrafo griego; otro geógrafo, pero en este caso romano, Pomponio Mela, las menciona y afirma que estaban poco pobladas por gentes poco civilizadas a las que describe del siguiente modo: «...frente a la costa están las islas de los afortunados, cuyo suelo produce de forma espontánea una gran cantidad de frutos, que crecen sin cesar y sirven de alimento a sus tranquilos habitantes, que son más felices que los que viven en lujosas ciudades...»?*”. Otra mención interesante al respecto es la que nos ofrece Plutarco al hablarnos de Sertorio*! del que nos cuenta que en el año 81 a.C. recibe noticias de marineros del Sur de Hispania (gaditanos probablemente) que viajan con frecuencia a las Islas de los Afortunados, lo que despierta en este personaje un profundo deseo de retirarse allí, lejos de la vida ajetreada, de las luchas y las conspiraciones.

Otro intento de época romana por explorar las isla fue el que llevó a cabo el Rey luba ll de Mauritania??, personaje de gran cultura que a buen seguro conocía el Periplo de Hannon y las especulaciones griegas sobre los orígenes del Nilo. No es de extrañar que enviara dos expediciones exploratorias, unas al Atlas, donde creyó localizar los orígenes del Nilo, y la otra a las citadas Islas Canarias, cuyo informe nos llega resumido de la mano de Plinio*. En él se mencionan individualmente las islas: Ombrion, que tenía montes y árboles, pero no habitantes; lunonia, que contaba con un pequeño templo de piedra; Capraria, más pequeña y poblada por lagartos de gran tamaño; Ninguaria, con una montaña siempre cubierta por nubes y nieves perpetuas (sin duda habla del Teide)**; y Canarias, así llamada por los perros de gran tamaño de los que según el relato le llevaron dos a luba, y en la que había abundantes vestigios de construcción. Sobre el conjunto de las islas afirma: «... Todas estas ¡islas tienen en abundancia árboles frutales, y pájaros de toda clase, además de ser numerosas las piñas y las palmeras datileras. Hay también gran cantidad de mief'*?, y en los ríos crece el papiro y hay siluros...». Con esta des- cripción no es de extrañar que en época romana se intentara mantener una vía abierta para el comercio con unas islas tan ricas en materias primas.



1 comentario:

  1. existe un yacimiento estacional romano en la isla de Lobos, donde los romanos iban a por la púrpura, por cierto Juba era un rey vasayo de los romanos y cartografió las islas, cosa que se ha podido comprobar.

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