La primera presencia romana en Ampurias supuso la construcción de un campamento romano estable del ejército, donde hoy en día se halla la ciudad romana, aunque la existencia de éste campamento no supuso la sumisión de la ciudad griega a la República, sino que ambas eran iguales. Esto ocurrirá con la venida a Hispania del cónsul Marco Porcio Catón. Tras desembarcar en Rosas, su ejército (estimado entre 52.000 y 70.000 hombres) se dirige a Ampurias.
En torno al 100 a.c, se construyó una ciudad romana de nueva planta, que convivió en pie de igualdad con la vieja colonia focense. Con el tiempo, la presencia de Roma influyó tanto al pequeño núcleo griego que los propios griegos se fueron romanizando, hasta que durante el principado de Augusto les fue concedida la ciudadanía romana, haciendo que el núcleo griego y el romano acabaran físicamente unidos.
Conocemos también, gracias a algunos pasajes de Estrabón y Tito Livio, la existencia de un núcleo indígena, Indika, siendo parte del complejo. Ellos explican que la comunidad grecorromana y la indígena vivían separadas por un muro.
La ciudad mantuvo sus instituciones hasta la guerra civil entre Pompeyo y Julio César, cuando el partido pompeyano gana en la ciudad, lo que supuso, tras la victoria de César, la anulación de su independencia y el establecimiento de una colonia de veteranos a su lado.
A partir del siglo I d.c, tras la conquista total de Iberia por Roma, Ampurias entró en decadencia, ensombrecida por el poder de Tarraco y Barcino.
Tarraco, convertida en capital, hizo que las antiguas ciudades romanas de origen republicano entraran en un proceso de decadencia A finales del I d.C. comienza el abandono de Ampurias.
La isla donde se situaba la Palaiápolis se encuentra en la actualidad unida a tierra firme. Sobre esta isla se encuentra el pueblo medieval de San Martín de Ampurias, mientras que la parte que anteriormente fue el puerto y que fue sepultada de sedimentos se encuentra cubierta de huertas. Esta zona apenas ha sido excavada debido a que desde la antigüedad ha permanecido habitada. Parece ser que tras la fundación de la Neápolis, la Palaiápolis se utilizó como acrópolis (fortaleza y templo).
Estrabón habló de un templo dedicado a Artemisa situado en esta isla.
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