viernes, 3 de abril de 2015

Muralla romana de Carmona

La ciudad de Carmona está catalogada como una de las más antiguas de Occidente pues no en vano los vestigios más primitivos descubiertos en su emplazamiento se remontan al tercer milenio antes de Cristo. Pronto se convirtió en una población fortificada, abarcando sus murallas una extensión de unas cuarenta y cinco hectáreas, con un perímetro total de más de tres kilómetros y medio. Con los cartagineses se convirtió en una importante plaza fuerte en los años inmediatamente anteriores a la conquista romana del sur de la Península. Livio cita a un tal "Luxinius" como rey de "Carmo" (Carmona), quien, junto a "Culchas", también rey turdetano como él, inicia en el año 197 a.C. una importante sublevación en la "Hispania Ulterior" contra los romanos.
Desde esta primera cita hasta la época imperial "Carmo" no hace sino crecer y engrandecerse hasta constituir una de las ciudades más importantes de la región. Su privilegiada situación, encaramada en una meseta casi inexpugnable, la convierte en un baluarte desde el que controlar la zona del bajo valle del Guadalquivir. Las huellas de su pasado romano aparecen por todas partes de la ciudad, constituyendo sus manifestaciones más importantes la necrópolis, el anfiteatro y la llamada Puerta de Sevilla. La Puerta de Sevilla es un conglomerado de estilos y materiales diferentes donde se pueden apreciar los rasgos de los distintos pueblos que se han asentado en la población a lo largo de la historia: fenicios, cartagineses, romanos, árabes y cristianos. La primera muestra de fortificación existente en este punto debió de ser una torre de base circular de diez metros de diámetro que formaría parte de un recinto defensivo perteneciente al siglo VIII a.C. Pero la imagen que hoy presenta este monumento comienza a gestarse en la época romana, entre los siglos III y I a.C. Antes, los cartagineses, para hacer frente a los romanos, habían construido un baluarte sobre la primitiva torre circular. El conjunto va adquiriendo trazas de fortaleza con sucesivos refuerzos que convierten a la ciudad en la más segura de la Bética.
También los árabes aplicaron una serie de reformas y añadidos que realzan el enclave dándole un aire de alcazaba. Después de la Reconquista, en la Edad Moderna, pierde su carácter militar y se le empiezan a adosar edificaciones. Hay que esperar a la década de los sesenta del siglo XX para que se eliminen en su totalidad las construcciones anexas que tanto afeaban su imagen. El proceso culmina con las restauraciones efectuadas entre los años 1973 y 1975, habilitando alguna de sus dependencias, como en tantos casos con este tipo de edificios, para actividades culturales.
El estado actual de la Puerta de Sevilla constituye un conjunto de edificaciones entre las que destacan la llamada torre del Oro, el salón de los Presos, la torre del Homenaje, los restos del templo romano y las dos puertas, dispuestas una a continuación de la otra y separadas por un patio de planta trapezoidal en cuyo muro de la derecha sobresalen los almohadillados sillares romanos.
Hay que hacer constar que el autor Thouvenot data esta puerta en tiempos de Marco Aurelio (siglo II d.C), al igual que la llamada de Córdoba, si bien ésta última se halla aún más transformada.

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