Jerez de la Frontera, ciudad rica y populosa del reino y provincia de Sevilla, y cabeza de partido, distante quince leguas de su capital y dos del mar Atlántico. Ya están de acuerdo los geógrafos modernos en que no fue la antigua colonia Asido Caesariana, que fijan en las huertas de Sidueña (véase su artículo en el convento Hispalense), sino el municipio Caesariano, que gozaba el derecho de los latinos, tal vez el que llama Tolomeo Caeriana, y que pertenecía á este convento Gaditano y á la región de los túrdulos.
Lo que no tiene duda es que se conservan en esta "ciudad varios trozos de su antigua muralla, construida con argamasa de piedras menudas, tan dura que parece de cantería: otros de cloacas que tienen de profundidad un estado de hombre, y de ancho mas de una vara, cuyos lados son de piedra labrada, cubiertos con rosca de ladrillo. Se descubrió al poniente de esta ciudad un acueducto subterráneo con cañones de plomo, y al oriente otro de piedras horadadas y unidas. Permanece al fin de la calle de Bizcocheros una estatua de mármol blanco que representa la figura de un magistrado; y dos de piedra en la calle de los ídolos, llamada tal vez asi por estas dos estatuas. Se encontraron en las ruinas y cimientos de algunos edificios antiguos varias medallas romanas y una grande de Balbus Pontifex, igual a la que se refiere en el artículo de Cádiz. Y subsisten trozos de inscripciones sepulcrales y dedicaciones.
Una piedra de 5 cuartas de alto y de poco mas dé vara de ancho, en forma de pedestal, muy laboreada con caracteres fenicios e inscripciones en lápidas marmóreas.
(Ceán Bermúdez)
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