lunes, 4 de febrero de 2019

Segunda guerra civil - César y Pompeyo frente a frente

Tras las guerras de Sertorio, Hispania quedó envuelta en la política, la cultura y los avatares romanos. Las tierras hispanas fueron decisivas en todas las confrontaciones entre los romanos antes de la conformación de su futuro Imperio.
Pompeyo
Cayo Julio César había nacido en el seno de una de las más antiguas familias del patriciado romano, los Julios. Fue educado esmeradamente con maestros griegos. Según la leyenda, su estirpe se remontaba hasta Iulo, hijo del príncipe troyano Eneas y nieto de la diosa Venus. El propio César llevó siempre a gala esta relación entre Iulo y su familia.
Con 19 años se alistó en las legiones de Minucio Termo para combatir en las campañas de Oriente. En Oriente César se había imbuido de la idea oriental y helenística de que solo un líder de estirpe divina podía gobernar el inmenso imperio. Tenía la nobleza y la preparación militar, pero sus ambiciones le pedían la gloria, que solo se podía alcanzar con campañas militares. La mayoría de los territorios estaban ya conquistados, y solo quedaba Hispania, con regiones aún no sometidas al yugo de Roma.
En el año 61 a.C., César fue nombrado pretor de Hispania Ulterior, donde acometió una rápida y exitosa campaña contra los celtas del noroeste peninsular y de Galicia, embarcando a continuación en las costas gallegas en una gran escuadra en la que viajó a Roma, haciendo escala en Cádiz.
César
En Roma obtuvo del Senado los honores del triunfo y del consulado y se convirtió en el imprescindible tercer hombre entre Craso y Pompeyo, con los que integró el triunvirato que rigió los destinos de la República. El Convenio de Luca (56) aseguraba ventajas para cada uno de sus componentes; pero respondía a un equilibrio inestable. En el año 55 los
triunviros acordaron repartirse el gobierno de las provincias: Craso obtuvo Asia, César las Galias y Pompeyo África e Hispania, donde contaba con numerosos partidarios. Poco a poco el poder se fue concentrando en una sola mano.
Craso murió durante una expedición contra los partos (53). La muerte de Craso puso en peligro la situación política de la República. A esto se vino a añadir la muerte de Julia, hija
de César y esposa de Pompeyo, con lo que se rompía el parentesco y la situación de equilibrio que habían mantenido ambos líderes: ni el suegro de estirpe divina, ni el yerno de reconocida fortuna, estaban dispuestos a renunciar a sus aspiraciones hegemónicas.
A lo largo de cuatro años, César y Pompeyo se enfrentarán en una lucha sin piedad por el poder en Roma. Esta guerra civil se desarrolló en todo el ámbito del mundo romano. Se combatió en Italia, Hispania, Grecia, Oriente y África.
Tras una larga guerra civil, César derrotaría a Pompeyo en la batalla de Farsalia y este sería asesinado por esbirros del faraón de Egipto. Tras derrotar nuevamente a los optimates en las batallas de Tapso y Munda, César quedó sin rivales políticos que le hicieran frente.
Una vez terminada la guerra con la victoria cesariana, Julio César convierte el Senado en una asamblea meramente consultiva e impone un nuevo orden a la antigua administración republicana. El vacío de poder creado por la repentina muerte del triunviro vencedor motiva a la creación del Segundo Triunvirato, que enterraría definitivamente al bando optimate y a la República romana.
En el año 62 a.C., regresó Pompeyo de una brillante campaña en Asia y licenció su ejército con la promesa de repartir tierras entre sus veteranos. Pero el Senado temía la poderosa influencia de Pompeyo y, ahora que estaba desarmado, anuló sus decisiones en Asia, así como las promesas hechas a sus veteranos y le negó el consulado que pretendía para
el siguiente año.
La labor política de Pompeyo es algo turbia. Nacido en el seno de una familia poderosa, fue partidario de Sila hasta la muerte del dictador. Como brazo derecho del Senado, luchó contra Lépido y Sertorio. Se alió luego con Craso y anuló la constitución de Sila. Contemporizó a la vez con el Senado y con el pueblo. Siempre le movió la vanidad, una
ambición sin límites y un afán de gloria personal. Fue uno de los romanos que con menos ideal político actuó. En materia de honores era de una susceptibilidad morbosa. Disgustado por la ingratitud del Senado, se alió con César, quien aprovechó el enfado de Pompeyo para repartirse con él el mando de la República. Los dos invitaron a Craso, la persona más rica de Roma, para que se uniera con ellos y formaron así el Primer Triunvirato (60-53 a. C.), el ejercicio del poder compartido por tres gobernantes: Gneo Pompeyo Magno, Cayo Julio César y Marco Licinio Craso.
Los triunviros lograron que Publio Clodio Pulcro fuera electo tribuno de la plebe, dejando así indefenso al Senado, capitaneado entonces por los conservadores Marco Porcio Catón (Catón el Joven) y Marco Tulio Cicerón. La alianza entre los tres fue sellada con el matrimonio de Pompeyo con la hija de César.
Tiempo después Craso parte a gobernar la provincia romana de Asia Menor y muere en la Batalla de Carrhae. Julio César se hace conceder el mando de la Galia Cisalpina y de Iliria y se marcha a la Galia. Su intención era crear un ejército particular, adicto a su persona, como instrumento de sus futuras ambiciones políticas. Pompeyo se queda en Roma, donde el bando conservador del Senado le convence de la necesidad de eliminar a Julio César, al que le presumen ambiciones de hacerse coronar rey, lo que significa un peligro para la República romana.
La conquista de las Galias fue de gran trascendencia para Roma; la nueva provincia se convirtió en bastión del Imperio para contener por Occidente a los germanos y fue la base de la fortuna política y militar de César. La victoria romana en la guerra de las Galias brinda gran simpatía del pueblo romano hacia Julio César, por lo que el Senado, temiendo que César se apropie del poder, presiona a Pompeyo para que le haga regresar a Roma sin su ejército.
Entre el 7 y el 14 de enero de 49 a. C., César recibió la noticia de que el Senado había concedido poderes excepcionales a Pompeyo. César barrunta que una vez en Roma, podría ser juzgado y procesado por los delitos que le imputaban los optimates: Llevar a término guerras sin el permiso del Senado y reclutar más legiones de las permitidas. La tensión entre el Senado y Cayo Julio César, gobernador de las Galias, iba en aumento. La actitud obstruccionista del Senado contra el flamante conquistador de las Galias obligó a César a tomar el camino de las armas. Tras arengar a sus tropas con la célebre frase “Alea iacta es” (‘la suerte está echada’), cruzó la noche del 11 al 12 de enero del año 49 a. C., con la legión XIII Gemina, el río Rubicón, frontera entre su provincia de la Galia Cisalpina
e Italia, y marcha sobre Roma. La Segunda Guerra Civil de la República romana había comenzado. Pompeyo disponía de recursos mucho más numerosos que los de César y el Senado le había otorgado todos los poderes, pero César comandaba un ejército personal que seguía ciegamente a su jefe

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