viernes, 8 de enero de 2021

La Conquista Romana de la Península-Capítulo 5


La guerra sertoriana (82-72 a. C.) La figura misma de Sertorio ya es polémica. Para unos fue un traidor o, simplemente, un aventurero rebelde en busca de fortuna. Otros autores, sin embargo le retratan con tintes de caudillo y de héroe. Nuestras mejores fuentes son Livio Salustio y Plutarco. 

Los primeros años debieron ser duros y difíciles, como se desprende de sus viajes en busca de ayuda en el norte africano, (Mauritania y Tingis) y las Islas Afortunadas. En  el año 80 regresó a la Península, buscó ayuda en Lusitania pero pronto se instaló en la Hispania Citerior. No tardó en hacerse con el apoyo  indígena, controlando toda esta provincia, excepto algunas ciudades del Levante. 

La obra de Sertorio quedó plasmada en la estabilización de un centro en  Osca (Huesca), como capital, desde donde dispuso toda una organización administrativa y militar. Formó un Senado y unas magistraturas con exilados romanos y allí estableció una escuela donde se educaban conjuntamente a los hijos de las familias romanas e indígenas. Organizó un ejército al modo romano con elementos indígenas preparados. Sertorio utilizó tanto entre los lusitanos como en los celtíberos, lazos sagrados de vieja tradición indígena como la  fides y la  devotio, que exigía una fidelidad personal al caudillo hasta la muerte.

La cuestión sertoriana en la Península proporcionó una nueva dimensión tanto a las provincias como a la propia crisis romana. Por primera vez “los provinciales” no se consideraron ajenos sino que se encontraron inmersos y con una participación activa en los problemas de la metrópoli. Optaron y tomaron posición en uno y otro bando. El  asentamiento y los éxitos de Sertorio en Hispania decidieron a Sila enviar a la península ibérica en el año 79 a. C. a Q. Cecilio Metelo, como procónsul de la Ulterior. Pero  Sertorio se había hecho fuerte en Hispania. 

Fue el año 77 el momento más álgido de su poder. La conjunción de los ejércitos de Metelo y Pompeyo en el año 72 a. C. permitió acabar con la resistencia de Sertorio. Sin embargo no bastó la fuerza militar. Posiblemente la “Lex Plautia de redditu Lepidanorum”, del año 73, que daba la amnistía y permitía a los exilados recuperar su antigua posición, sería un factor definitivo para convencer a los antiguos aliados de Sertorio. Éste se suicidó y sus partidarios se rindieron a Pompeyo.  

El  sueño de Sertorio había acabado.

Pilar Fernández Uriel 

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