Tipo de yacimiento: castro costero.
Fuentes: La mayoría de los autores coinciden en identificar este castro con Noega, ciudad citada por Estrabón (Geographica, TI, 4, 20) y a la que Mela (Chorographia 1, 12-13) y Plinio (Naturalis Historia IV, 3) dan el carácter de oppidum situado en la costa astur.
El castro de Campa Torres se sitúa al oeste del puerto gijonés del Musel, ocupando una península que penetra profundamente en-el mar. La Ría de Aboño, en la actualidad totalmente colmatada, desemboca junto al flanco occidental de dicha península. El curso bajo de esta vía fluvial pudo haber sido empleado como fondeadero natural en época antigua. El castro consta de un gran recinto de 550 X 200 metros y de unas importantes defensas ubicadas en la parte sur de la península, consistentes en dos fosos y una gran muralla de módulos: En 1972, J. M. González lo catalogó como castro romanizado y en 1978 se realizó una primera campaña de excavaciones a cargo de J. L. Maya y J. Bellón. Los trabajos arqueológicos han continuado hasta nuestros días bajo la dirección del primero de estos investigadores, con el fin de convertir el yacimiento en Parque Arqueológico.
En cuanto a sus estructuras constructivas, se han documentado una serie de viviendas y dos pozos-aljibe pertenecientes ya a la fase romana. Junto a estas construcciones se han constatado también los niveles de uso correspondientes al poblado prerromano, con abundantes restos de una importante actividad metalúrgica. En el estado actual de la investigación parece que el este poblado existía por to menos desde los siglos IIl-TI a. J. C., tal y como parecen confirmar algunos restos materiales de este periodo (fragmentos de cerámica Campaniense, anfora greco-itálica) pero quizá podríamos remontarlo incluso a dos siglos antes. Ya incorporada la región al Imperio y en torno al cambio de era tiene lugar el florecimiento del antiguo castro astur, que se desarrolla a lo largo de los siglos 1 y II d. C. A este periodo de máximo auge corresponde una inscripción dedicada a Augusto en el 9-10 a.C., además de numerosos fragmentos de TSI, TSG y TSH, platos con engobe interior rojo pompeyano, etc. Algunos materiales confirman la existencia de perduraciones residuales en el período bajoimperial.
De Brigantium a Oiasso
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