Marco Valerio Marcial fue un poeta latino, natural de Calatayud, Alrededor del año 64 d. C. marchó a Roma para terminar sus estudios jurídicos con la protección de Séneca, pero la caída en desgracia de éste y su suicidio le dejaron desamparado y su pobreza le obligó a sobrevivir de forma bohemia e itinerante.
Procedía de Bílbilis (Calatayud), en la Hispania Tarraconense. Alrededor del año 64 d. C. marchó a Roma para terminar sus estudios jurídicos con la protección de Séneca, pero la caída en desgracia de éste y su suicidio le dejaron desamparado y su pobreza le obligó a sobrevivir de forma bohemia e itinerante como cliente de diversos patronos la mayor parte de los 35 años que pasó allí. Se ganó sin embargo la amistad de los mayores escritores de ese tiempo, Plinio el Joven, Silio Itálico, el también satírico Juvenal y el gran rétor Marco Fabio Quintiliano, que también era hispanorromano. De la misma manera trabó amistad con el poeta gaditano Canio Rufo, un temperamento afín al suyo. Poco a poco favorecido por los emperadores Tito y Domiciano, a quienes dedicó interesados elogios, estos le nombraron miembro del orden ecuestre y ganó diversos honores, entre ellos la exención de los impuestos que habían de pagar los que no tenían hijos, esto es, el ius trium liberorum. Sin embargo, sus sucesores Nerva y Trajano se olvidaron de él y hubo de retornar a Bílbilis y aceptar allí el regalo de una propiedad campestre por parte de una admiradora; la vuelta a la vida rural era uno de sus grandes sueños. Allí marchó el año 98 d. C. para pasar su vejez y murió seis años después. Era la vida que ansiaba.
Procedía de Bílbilis (Calatayud), en la Hispania Tarraconense. Alrededor del año 64 d. C. marchó a Roma para terminar sus estudios jurídicos con la protección de Séneca, pero la caída en desgracia de éste y su suicidio le dejaron desamparado y su pobreza le obligó a sobrevivir de forma bohemia e itinerante como cliente de diversos patronos la mayor parte de los 35 años que pasó allí. Se ganó sin embargo la amistad de los mayores escritores de ese tiempo, Plinio el Joven, Silio Itálico, el también satírico Juvenal y el gran rétor Marco Fabio Quintiliano, que también era hispanorromano. De la misma manera trabó amistad con el poeta gaditano Canio Rufo, un temperamento afín al suyo. Poco a poco favorecido por los emperadores Tito y Domiciano, a quienes dedicó interesados elogios, estos le nombraron miembro del orden ecuestre y ganó diversos honores, entre ellos la exención de los impuestos que habían de pagar los que no tenían hijos, esto es, el ius trium liberorum. Sin embargo, sus sucesores Nerva y Trajano se olvidaron de él y hubo de retornar a Bílbilis y aceptar allí el regalo de una propiedad campestre por parte de una admiradora; la vuelta a la vida rural era uno de sus grandes sueños. Allí marchó el año 98 d. C. para pasar su vejez y murió seis años después. Era la vida que ansiaba.
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