La confección de la cerámica, ladrillos y otros elementos de construcción
Determinadas formas de cerámica de cocina tienen una larga tradición como trabajos de mujer, realizados en y para el hogar. La cerámica de uso común, al igual que la fabricación de las cestas más elementales, constituyó un campo de actividad de mujeres en muchas culturas. El episodio de las santas hispanas Justa y Rufina, ocurrido en Hispalis (Sevilla) a finales del siglo III o comienzos del IV, es bien demostrativo de la implicación de mujeres de baja condición en la confección y venta de vasijas de barro. Ambas mujeres se encontraban vendiendo «sus» vasijas en el mercado cuando, siguiendo el impulso de su fe cristiana, increpan a quienes portaban en procesión un ídolo (Salambó, la Venus fenicia) en la fiesta de las Adonias. Cuando ellas hacen pedazos el ídolo, los integrantes de la procesión les rompen a su vez la mercancía.
El mencionado nombre de Coelia Mascellina aparece también sobre un sello de bronce encontrado en el Tíber, del cual se ha pensado que pudiera haber sido utilizado para imprimir la marca sobre ladrillos. Tal vez dicho trabajo se realizaba en alguna de las posesiones romanas de esta matrona de origen bético. Algunos nombres de mujeres aparecen sobre ladrillos y tejas en otros territorios del Imperio. En ocasiones la mujer era propietaria de las canteras de arcilla. En Conimbriga (Condeixa-a Velha, Portugal), apareció un sello sobre un ladrillo que menciona a una Iulia, que no sabemos si fue una trabajadora o una propietaria. La cronología propuesta no es muy concreta (siglos I a III d.C.).
Las pesas de telar y las fusayolas o pesillos de huso muestran formas muy elaboradas. Hemos hablado de la necesidad de profesionalidad en la confección de las fusayolas. En el caso de los pesos de telar el peso y las proporciones se repiten bastante, lo que nos habla de una fabricación más o menos en serie, pero también hallamos otras piezas que siguen patrones de formas muy libres. Algunos hornos encontrados con pesas idénticas, conservadas in situ, ratifican una industrialización de la producción. Pero también es posible una fabricación familiar, a menor escala, cuando se necesita añadir unas pesas nuevas al telar para hacer una tela más ancha, por ejemplo. Una vez confeccionada, la pesa debe dejarse secar un tiempo y luego ponerla cerca de una fuente de calor. El resultado no es tan duradero como el de las piezas cocidas a altas temperaturas de horno, pero abarata mucho el aprovisionamiento de los ejemplares que son necesarios. Por su mayor debilidad muchos de estos instrumentos no han llegado hasta nuestros días.
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