lunes, 24 de enero de 2022

Oiasso - Irún


Tipo de yacimiento:
asentamiento urbano y puerto.

Fuentes: Los textos clásicos citan en varias ocasiones una ciudad perteneciente a los vascones situada en la costa septentrional de la Península, junto a la frontera de la Galia. Sin embargo, el empleo de distintas denominaciones para la misma (Oidasouna, Oeason, Oiarso, Olarso, Oiasso, Ossaron) ha generado cierta confusión en la historiografía contemporánea, que hoy en día acepta de forma mayoritaria que todas ellas hacen referencia a un mismo lugar. La mención más antigua a este asentamiento se encuentra en la obra de Estrabón, que cita la ciudad de Oidasouna como punto final de una vía que arrancaba de Tarraco y terminaba a: orillas del Cantábrico (Geographica, Ml, 4, 10). Años más tarde, Mela, en un corrupto pasaje donde describe -el litoral cantábrico, alude a los habitantes de Oeason (Chorographia, WM, 15). Plinio menciona en dos ocasiones la ciudad vascona, aunque emplea grafías ligeramente diferentes, Oiarso (NH 11, 29) y Olarso (Naturalis Historia YV, 110), sin duda por error. En el siglo II d. C., Ptolomeo informa sobre la situación relativa y las coordenadas geográficas de la ciudad de Oiasso (Geographica 1, 6, 10 y Il, 7, 2). Debemos reseñar, por último, la mención a Ossaron en el 'Anónimo de Ravena como mansio terminal de las vías que, desde Emerita (318, 1-2) y Augusta Bracara (308, 17), esta última bordeando la costa noroeste de la Península, alcanzaban el punto más occidental de los límites entre Hispania y la Aquitania.

La identificación del Olasso de las fuentes clásicas con el actual Irún es aceptada sin discusión por los investigadores actuales. La información de carácter geográfico que proporcionan los textos y, sobre todo, la reciente proliferación de hallazgos en el subsuelo de la ciudad guipuzcoana, constituyen argumentos irrebatibles de cara a su localización.

Algunos autores han querido ver incluso en el actual hidrónimo "Bidasoa", una perduración de la denominación en latín "Via ad Olasso", correspondiente al antiguo camino romano que discurriría paralelo al curso del río Bidasoa hasta su desembocadura. No obstante, hasta hace muy-pocos años, la investigación se inclinaba por una localización en la vecina localidad de Oyarzun o en algún lugar ubicado a orillas del río homónimo, debido a su semejanza fonética. No ha faltado incluso quien, haciéndose eco de discordancia entre las fuentes, ha querido situar la ciudad de Oiasso en dos, e incluso tres lugares diferentes situados en pocos kilómetros a la redonda. En cualquier caso, toda la región manifiesta una atípica perduración del topónimo latino, fenómeno que habría que poner en relación con la importancia que adquirió el núcleo romano como centro aglutinador de su hinterland.

El estuario del Bidasoa constituye uno de los accidentes geográficos más significativos del litoral guipuzcoano. Se encuentra situado en el fondo de la bahía de Fuenterrabía, en varios muelles.

Hasta hace pocos años las noticias acerca de hallazgos romanos en el subsuelo de Irún, no pasaban de ser más que meras referencias puntuales, Sin embargo, desde comienzos de los años setenta el panorama ha cambiado radicalmente. Las excavaciones arqueológicas - realizadas desde esa fecha en distintos puntos de la ciudad actual -Plaza de Santa María del Juncal, ermita de Santa Elena, calle Santiago...- han venido a confirmar la existencia de un núcleo urbano de considerable entidad, desvelando cuestiones vinculadas a su topografía y actividad económica. El urbanismo continúa siendo el gran aspecto desconocido de la Olasso romana,

En 1969, con motivo de la reordenación urbanística acometida por el Aereo de Irún en la Plaza de Santa María del Juncal, .J. Rodríguez Salís descubrió un depósito arqueológico de época romana, estudiado por él mismo, J.L. Tobie y F. Lomas. El yacimiento, situado al pie de la colina de Beraun, estaba constituido por tierra removida y material de acarreo, que había rodado desde la altura cercana y carecía por completo, de estratigrafía. Tampoco pudieron identificarse estructuras constructivas. Sin embargo, el conjunto de materiales cerámicos exhumados resulta excepcionalmente rico. Se encontraron algunos fragmentos de TSI tardía, un número muy elevado de recipientes de TSG fabricados en los talleres de Montans y La Graufesenque, y de TSH de los centros productores riojanos, además de TS de producción local, cerámica de paredes finas, lucernas, cerámica común romana y común local. El lote cerámico estaba acompañado por un as colonial acuñado por Tiberio en Osca y fragmentos de vidrio. J. Rodríguez Salís y J. L. Tobie sitúan -la cronología del conjunto entre el 25 a.C. y el 150 d.C. Por su parte, F. Lomas retrasa la aparición de la ciudad romana hasta comienzos del siglo 1 de nuestra Era.

Un segundo yacimiento romano fue descubierto en 1971 por J. Rodríguez Salís bajo la ermita de Santa Elena, con motivo de la restauración de la misma. Durante el año siguiente se hicieron cargo de las excavaciones 1. Barandiarán, M. Martín Bueno y el propio J. Rodríguez Salís. La ermita de Santa Elena se encuentra emplazada dentro del casco urbano de Irún, distante no más de medio kilómetro de la Plaza del Juncal. Los trabajos arqueológicos pusieron al descubierto una completa secuencia de ocupación, con varios momentos constructivos perfectamente definidos. El nivel más antiguo estaba constituido por una modesta necrópolis romana de incineración, de la que se excavaron unos 80 metros cuadrados, documentándose 106 sepulturas. Las urnas cinerarias eran recipientes de cerámica común, frecuentemente ollas, y tan sólo en una ocasión se empleo como urna una botella de vidrio de la forma 51b de ISINGS, característica del periodo flavio, que perdura hasta mediados del siglo II d. C. Dicho recipiente apareció dentro de la- única estructura constructiva documentada, de unos tres metros de lado, realizada con pequeños bloques de piedra bien escuadrados e interpretada como un pequeño mausoleo O ustrinum. Las características de esta necrópolis y el escaso material recuperado en la misma (fragmentos de TSH, vidrio y pequeñas cuentas de collar de pasta vítrea, además de la botella ISING 51b) apuntan a una datación entre el 50 y el 150 d. C.

Posiblemente en la segunda mitad del siglo 11 d. C., sobre esta necrópolis se levanta un edificio de planta rectangular de unos 7 X 4,5 metros de lado, construido con piedra arenisca y cubierto con tégulas e ímbrices. Interiormente estaba dividido en dos estancias mediante un murete. Este edificio se ha interpretado como un pequeño templo romano, que aún estaba en uso a comienzos del siglo IV, según evidencia la moneda de Constantino acuñada en Arles encontrada en su interior. En un momento posterior indeterminado, ya hundida la cubierta, se transforma la vieja construcción én una iglesia cristiana, sobre cuyo emplazamiento se construiría más tarde la actual ermita.

Las excavaciones de urgencia realizadas por M. Urteaga entre diciembre de 1992 y enero de 1993 en la calle Santiago, a escasa distancia de la plaza del Juncal, han puesto al descubierto los restos de una estructura de madera interpretada como un embarcadero romano, situados tres metros por debajo del nivel actual de la ciudad. El muelle estaba asentado sobre. un vertedero romano con diversos materiales (TSH, cerámica común, cerámica común local, vidrio, restos faunísticos, agujas metálicas y una moneda de Antonino Pio), que proporcionan una ajustada datación post quem para la construcción de la estructura portuaria, que debió tener lugar en la segunda mitad del siglo 1 d. C. Junto al muelle aparecieron los restos de una escollera realizada con grandes piedras y fechada dos siglos más tarde, así como los cimientos de un edificio inidentificado. Varios meses más tarde, en el antiguo solar de Santifer se documentó un segundo muelle romano de los siglos 1-11 d. C., descubierto a unos 2 metros de profundidad. Los datos aquí presentados sobre estas infraestructuras portuarias, obtenidos a partir de una breve reseña publicada en la prensa local y en la revista Arkeoikuska, deben aún ser completados con los resultados definitivos de la investigación, acometida por M. Urteaga.

Estos yacimiento constituyen los únicos excavados hasta la fecha. Junto a ellos contamos con un buen número de referencias a restos romanos aislados aparecidos en diferentes lugares del casco urbano de Irún, algunas de ellas muy antiguas. En 1801,J. A. de Camino, rector de la Universidad dé Oñate, menciona, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, el hallazgo de materiales romanos en el prado de Beraun, realizado en 1790. Entre estos restos señala la presencia de "ladrillos", piedras y cuatro monedas romanas, una de ellas hispanolatina, acuñada en Caesaraugusta por Augusto. Las tres restantes eran de oro, dos de Adriano y la tercera de Faustina la Mayor. En otras ocasiones desconocemos el lugar concreto de procedencia. Este sería el caso de los ejemplares de bronce de Claudio 1, Faustina la Mayor, Antonino Pio y la moneda póstuma de Augusto acuñada por Nerva o Trajano, todos ellos recogidos por J. Rodríguez Salís y M. Martín Bueno, o de la moneda del siglo IV publicada por M. Urteaga en 1986. En un huerto cercano al río, M. Esteban y A. Echeverría aseguran que apareció un as de Tiberio de la ceca hispana de Turiaso.

A partir de los datos conocidos hasta ahora sobre el establecimiento romano de Olasso, los investigadores sitúan su origen en el último cuarto del siglo 1 a. C. No obstante, a nuestro juicio, no existen argumentos suficientes que avalen una cronología tan temprana y habría que retrasar” el momento de asentamiento hasta un momento próximo al cambio de era e incluso algo posterior. El núcleo romano principal se ubicó al parecer sobre la colina de Beraun, a pesar de que hasta el momento su urbanismo constituye una incógnita. Durante los siglos 1 y 11 experimenta un importante desarrollo económico, explotando hábilmente Su carácter de zona de paso entre Hispania y la Galia y entre el Valle del Ebro y la costa cantábrica. Además, constituye el punto de salida del mineral de hierro extraído en los cotos míneros cercanos, que descendía por el Bidasoa hasta la bahía de Fuenterrabía. Sus excepcionales condiciones naturales como fondeadero y refugio seguro en la travesiá marítima del Cantábrico, convirtieron el estuario del Bidasoa en un lugar de paso obligado para la navegación, como bien han demostrado los hallazgos del fondeadero de Asturiaga.

Olasso debió convertirse en el centro de este complejo económico, desarrollando una notable infraestructura portuaria al pie del asentamiento inicial, cuyos restos se evidencian en la plaza del Juncal, la calle de Santiago y el solar de Santifer. Estos constituirían los límites costeros de la ciudad en un momento en que el nivel del mar se encontraba 1, 5 metros por debajo del actual. En esta fase de máxima actividad comercial se desarrolla la necrópolis de Santa Elena. A finales del siglo I o comienzos del II el núcleo vascón parece sufrir un colapso, coincidente con el final de la explotación minera de Arditurri, del que no llegó a recuperarse,

Desconocemos como afecto esta crisis al tejido urbano de ciudad. No obstante, los hallazgos de la ermita de Santa Elena atestiguan la continuidad de la ocupación humana durante el Bajo Imperio.

De Brigantium a Oiasso 

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