Son apenas cien metros, pero los expertos aseguran que son los mejor conservados del término municipal de Burgos. El tramo de calzada romana perteneciente a la Vía Aquitania que se encuentra entre la estación del ferrocarril y el hospital, en el llamado sector S-27, es apenas perceptible: el hecho de que nunca se haya actuado allí poniendo en valor el trazado está poniendo en riesgo su conservación.
Hace una década, el Ayuntamiento de Burgos valoró la posibilidad de intervenir aprovechando la comisión territorial de Patrimonio avala hacerlo en aquellos tramos que pudieran encontrarse en adecuado estado de conservación.
No en vano, cuando se llevó a cabo la modificación del PGOU asociado a la variante ferroviaria, se preservó este trazado, calificando el tramo como 'suelo de rústico de protección' y subrayando que cuando se desarrollara el sector se realizaría una prospección arqueológica, se pusiera en valor la calzada y s e creara «un itinerario recreativo conectado a l os sistemas generales de espacios libres incluidos en él». Al haberse desarrollado urbanísticamente esta zona, el proyecto quedó en nada.
Este tramo es hoy pasto del olvido. Sí puede apreciarse, casi oculto por la maleza y escombros de todo tipo, que la vía -paralela al camino que discurre a esa altura- se halla sobre un leve promontorio, pero hay que imaginar mucho para intuir que bajo la yerba se encuentra la calzada romana.
Durante las obras de construcción de la ronda interior (Avenida Príncipes de Asturias) se documentaron algunos restos de interés arqueológico, concluyéndose que la calzada tenía una anchura de entre ocho y nueve metros.
Aquella idea del Consistorio pasaba por que la calzada quedara integrada en el parque que se haría al desarrollarse ese sector, dejándola perfectamente excavada y conservada, ofreciendo a la vista el corte de los distintos niveles, como una manera de mostrar cómo construían sus carreteras los ingenieros romanos en el siglo II.
Diario de Burgos
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