Teatro, música y baile son actividades que tenemos atestiguadas para las mujeres en la Hispania antigua. El mimo de la época imperial deja constancia de la actividad femenina en el ámbito teatral romano. Tal es el caso de Cornelia Nothis, actriz del mimo de Mérida, que trabajó en el s. n d.C. y cuya sepultura fue descubierta en 1991 en la necrópolis oriental, cercana al Anfiteatro. Se trata de una liberta, cuyo título es el de secunda mima 12°. Ello nos deja ver que hay una gradación de categoría en su oficio. Este tipo de actores y actrices hacían distraer al público entre los actos de una obra más larga. Normalmente actuaban delante del telón que cerraba la escena (el mimicum velum).
También hay información sobre cierta mujer que fue música de orquesta, dedicada probablemente a tañer la flauta. Al respecto cabe señalar que conocemos algún flautista de Córdoba cuyas exactas funciones son oscuras; pudo ser un maestro de música y poesía más que un compositor o director, o bien interpretaba piezas en ceremonias religiosas o fúnebres. El tema de la tañedora de tibia (tibicina) es frecuente en el arte ibérico. En un magnífico relieve ibérico (un sillar de esquina hallado en Osuna), una joven toca la doble flauta en un posible ritual funerario. Se trata de un instrumento difícil de manejar y que exigía un aprendizaje largo. Entre los vasos ibéricos de Liria destaca por su belleza un kálathos con escena de danzantes en procesión; una mujer tañe la doble flauta vestida elegantemente y enmarcada por gigantescas flores.
Las bailarinas hispanas (las conocidas como puellae gaditanae) bailaban con crótalos y llegaron a ser muy famosas en la Antigüedad como profesionales del espectáculo.
Las mujeres relacionadas con cauponae, popinae y centros donde los hombres bebían eran mal consideradas. Un epitafio de Emérita representa a una tabernaria o posadera, Sentia Amarantis, vestida sencillamente con una túnica corta y de mangas largas,delante de una barrica de donde vierte vino a una jarra que lleva en la mano izquierda y con la que serviría a los parroquianos.
Nuestras conclusiones tienen que ser forzosamente parciales y, por tanto, revisables. Cualquier nuevo hallazgo podría ofrecernos una perspectiva diferente que diera mayor luz y desarticulara la pequeña estructura conceptual de que disponemos.Hemos tratado de mostrar un cuadro sobre el trabajo femenino en Hispania lo más completo posible, amalgamando elementos muy dispares. Desgraciadamente, no contamos con ejemplos suficientes para completar la amplia gama de trabajos en los que sin duda se involucraron las mujeres de la época. La suma de las informaciones proporcionadas por las diferentes provincias del Imperio y por la propia ciudad de Roma constituyen una base de datos que ofrece una panorámica mucho más cercana a la realidad. Sin embargo, no hemos querido ir más allá de los estrictos límites de nuestras posibilidades reales para Hispania ni extrapolar las noticias del resto de los territorios romanos.
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