martes, 10 de septiembre de 2019

Templo de Diana - Mérida


El Templo de Diana es un templo romano construido hacia finales del siglo I a. C. en Augusta Emerita, que más tarde se convertiría en capital de la provincia romana de Lusitania, actual Mérida. Se levantó en el foro municipal de la ciudad romana siguiendo la configuración habitual de los templos clásicos grecorromanos y es el único edificio religioso romano que ha perdurado en Mérida en un aceptable estado de conservación. Desde 1993 está declarado Patrimonio de la Humanidad como parte del Conjunto arqueológico de Mérida.
El templo fue erigido cuando la fundación de la ciudad a finales del siglo I a. C., en época del emperador César Augusto, por lo que es uno de los edificios más antiguos de la colonia romana. Construido con roca granítica, su estructura sigue la de otros edificios religiosos grecorromanos, pues es un templo de planta rectangular, períptero (es decir, rodeado de columnas) y con un pórtico hexástilo (seis columnas en su frente). Su fachada principal, orientada hacia el foro municipal, está coronada por un frontón en forma de arco de medio punto. Ante esta fachada se extendía una escalinata, el acceso principal al templo, que ya no se conserva. La columnata, de basas áticas, fustes acanalados y capiteles de orden corintio, descansa sobre un alto podio de sillares y está coronada por una cornisa moldurada. Para dar una mayor sensación de riqueza, el basto granito de las columnas se revistió de estuco pintado de rojo que imitaba el mármol, hoy desaparecido. Como parte del conjunto religioso, a ambos lados de la fachada existían dos estanques con sus respectivos canales. Todo el complejo estaría rodeado por un criptopórtico (galería porticada subterránea) que delimitaba por el norte el espacio del foro.
En el siglo XVI se construyó en la cella, la sala interior del templo, el Palacio del Conde los Corbos, un inmueble que en parte ha asegurado la pervivencia de la obra romana. Este palacio tiene portada, ventanas y una doble galería de estilo renacentista para cuya construcción se aprovecharon materiales romanos y visigodos. En dos de sus ventanas se aprecian detalles decorativos de gusto mudéjar.
El templo se llama de Diana desde que en el siglo XVII así lo identificara el historiador local Bernabé Moreno de Vargas. Sin embargo, en las excavaciones arqueológicas que comenzaron en 1972 se descubrió que no era un templo dedicado a la diosa Diana, sino al culto imperial, pues los arqueólogos hallaron esculturas que representan a miembros de la familia imperial, la del Genius Augusti (símbolo de la divinización del emperador) y la del Genio del Senado (representación del carácter divino del senado romano). Este conjunto escultórico está en la actualidad custodiado en el Museo Nacional de Arte Romano, ubicado en la propia Mérida.

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