Las primeras prospecciones arqueológicas sobre la ciudad carpetano-romana de Caraca se llevaron a cabo a principios de los años ochenta del siglo pasado. El hallazgo fortuito en 1945 del llamado Tesoro de Driebes –un conjunto de joyas y objetos de plata carpetanos de casi 14 kilogramos- dio lugar a esta primera investigación. Pero no fue hasta 2016 cuando se retomó el proyecto de forma sistemática y se determinó, mediante técnicas geofísicas, que la ciudad en época altoimperial romana (siglos I-II d. C.) se extendía ocho hectáreas.
Se concluyó que tuvo foro y termas y que el suministro de agua le llegaba mediante un canal de unos tres kilómetros, de los que solo se conservan 113 metros, según el estudio:
Las termas públicas de Caraca y su contexto urbano, de los arqueólogos Emilio Gamo y Javier Fernández Ortea. La ciudad, desde el siglo I, se estructuraba en torno al cardo maximus (una gran avenida), que la atravesaba en sentido noreste-sureste y la dividía en dos. En esta gran vía desembocaban 18 decumani (perpendiculares), con lo que la ciudad se estructuraba en 27 manzanas. Los expertos han podido determinar así que el número de habitantes se aproximaba a los 1.800 y que cada uno de ellos disponía de 61,6 litros de agua diarios provenientes del acueducto, aunque sólo parte del agua se destinaba al consumo humano. Igualmente, el equipo de investigación ya ha calculado las dimensiones del foro (1.330 metros cuadrados). Era de planta rectangular y tras él había un edificio, posiblemente la basílica. Al este del foro, se ha localizado un edificio público de dos alturas con un pórtico y dos tabernas.
Al sur, el georradar marca una estructura de unos 25 metros cuadrados, posiblemente un pequeño templo orientado hacia el cardo maximus.
El País
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