El núcleo de Niebla es, junto con el de Huelva, el que mayor secuencia arqueológica presenta en todo el territorio onubense, gracias a su ocupación desde el I er Milenio a.C. hasta la actualidad. Aunque las razones que apoyan este continuum poblacional son básicamente de carácter natural -la alta calidad agrológica de los suelos campiñeses que conforman su hinterland, la presencia de manantiales y la disponibilidad de canteras de caliza- fueron, sin duda, su posición geoestratégica y su papel como nudo de comunicaciones junto al río Tinto, los que la convirtieron en núcleo hegemónico de la Tierra Llana onubense desde fines de la Prehistoria.
A momentos del Bronce Final Prefenicio debe asociarse la primera muralla de mampuestos con bastiones semicirculares que, como mínimo, bordeaba la ciudad –de unas 2 o 3 Ha- en su lado Noroeste, a partir de la cual se irán adaptando los diferentes hábitats que se sucederán a lo largo del tiempo hasta la actualidad. Especialmente relevante fue su papel durante el período Orientalizante, con la consolidación de su urbanismo en unas proporciones considerables y su papel como centro metalúrgico cuando, junto a Huelva y Aznalcóllar, ejerció el control de la minería-metalurgia y distribución y comercio de los minerales del Cinturón Ibérico de Piritas, especialmente de la plata, con el mundo mediterráneo. Su importancia se mantendrá también durante la época Turdetana, a juzgar por los efectos de la Segunda Guerra Púnica, evidenciados arqueológicamente en forma de incendios y destrucciones, que muestran la relevancia del sustrato púnico en el enclave, manifestado igualmente a través de la construcción de una primera muralla de sillares normalizados, relacionada directamente con los propósitos de conquista de la metrópolis cartaginesa.
Los inicios de la ocupación romana, de la que son exponente las acuñaciones monetales de época republicana que portan el nombre de la ciudad – ILIPLA-, van a aprovechar la estructura urbana precedente, manifestándose arquitectónicamente con posterioridad casi un siglo después a través de la construcción de una muralla republicana de opus quadratum , y de otra, ya de época imperial, a base de opus caementicium forrado de sillares . Paralelamente, su importancia como centro de comunicaciones se ve consolidada en esta época con la construcción de un puente sobre el río Tinto así como con su inclusión como mansio –lugar de parada o descanso- en la primera parte de la vía que unía la desembocadura del río Guadiana con Mérida, en el Itinerario Antonino. De igual modo todo este programa de arquitectura pública, relacionado posiblemente con su promoción jurídica como municipium, e iniciado ya en época julio-claudia, se completaría con la construcción del Aqua , que abastecería a la ciudad desde los manantiales de la Bienvenida.
La fase tardorromana y visigoda no traerán cambios sustanciales en el esquema de la ciudad amurallada, aun cuando será de gran relevancia histórica su papel como Sede Episcopal. La conquista islámica de época almohade sí generará una gran remodelación, acorde con su papel ahora como cabecera de la Kura de Labla , mediante la construcción de una nueva muralla de tapia que triplicará en tamaño el trazado de las ciudades anteriores –hecho observado en otros núcleos cercanos como Ituci - utilizando incluso sillares de módulo prerromano y romano para ello. Con posterioridad y a pesar de la creación del Condado de Niebla y su posterior integración en el Ducado de Medina Sidonia, no se han producido cambios urbanísticos evidentes respecto a su estructura medieval, que se mantiene incluso en la actualidad.
Bibliografía seleccionada
CAMPOS CARRASCO, J.M.
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