Llegada la primavera del 209 Escipión decide poner en marcha su plan. Convocó a la flota y las tropas romanas y aliadas en la desembocadura del Ebro, donde les dirigió un discurso para elevar su moral. La marcha sobre Cartago Nova se realizó con la mayor rapidez posible para evitar que los ejércitos púnicos se presentaran antes de haber tomado la ciudad. En el caso de que se unieran los tres ejércitos cartagineses (el mayor temor de Escipión y una constante en todas sus campañas en Hispania, por ello trató siempre de evitarlo) había previsto que la evacuación se realizaría por medio de la flota para evitar el enfrentamiento, pus otra derrota como la de 211 podía ser definitivamente desastrosa para las aspiraciones romanas. Para defender la frontera del Ebro, había dejado a Junio Silano con 3.000 infantes y 500 jinetes. Escipión envió la flota por delante. El cruzó el Ebro, haciendo escala en Sagunto, desde donde alcanzó Cartago Nova en siete días. Una vez que estuvo frente al objetivo, construyó su campamento al este de la ciudad, en el istmo que une la península con el continente. Es indudable que Escipión poseía una detallada descripción de Cartago Nova, cuyos datos debió recoger durante el invierno que pasó en Tarraco preparando la campaña. En la planificación del asalto hay un aspecto muy discutido por la historiografía moderna: Escipión fue informado por unos pescadores que solían faenar por la zona de Cartago Nova de que la laguna que rodeaba la ciudad, por el norte era poco profunda y vadeable cuando, a la caída de la tarde, se producía un reflujo del agua que dejaba un estrecho pasillo por el que unos pocos hombres podían alcanzar la muralla. Algunos autores dudan que las oscilaciones en el nivel del agua por las mareas den para tanto calificando este episodio como pura ficción. En todo caso sería un fenómeno del todo irregular, que se podría producir en una época concreta del año, provocado por los efectos conjuntos de la marea y de determinados vientos.
Polibio hace un detallado relato del asalto definitivo de la ciudad. Señala que colocó junto a la orilla a 500 de sus mejores hombres, con las escalas necesarias y mandó descansar a los que estaban cercanos a la puerta del istmo. Con una nueva arenga avivó los ánimos de sus soldados y, entregándoles un número mayor de escaleras, para que pudieran atacar el muro más asaltantes y no sucediera lo de la vez anterior, dio la orden de combate. Los romanos comenzaron a subir de nuevo por la muralla con valor renovado. El asalto volvió a sembrar la confusión y el desánimo entre los sitiados, que pasaron de la euforia de la victoria a ver cómo se iniciaba de nuevo el asalto. La munición comenzaba a escasear en el bando cartaginés y, además, les desalentaba el gran número de bajas que estaban sufriendo, a pesar de lo cual seguían resistiendo con gran valor. El ataque, que cada vez era más violento, atraía la atención de la gran mayoría de los defensores, lo que en opinión de Polibio fue determinante para el éxito del asalto a través de la laguna. Cuando, según el autor griego, dio comienzo el reflujo, poco a poco, el agua fue dejando a la vista los niveles más altos del lago, gracias a que se producía una corriente fuerte e intensa por la desembocadura hacia el mar. Escipión, que acudió a la zona para dar la orden de asalto, había dispuesto unos guías y mandó a sus hombres que se metieran en el agua, diciéndoles que no tuvieran ningún miedo. Con ello demostraba de nuevo su habilidad para infundir a sus hombres el coraje necesario, a la vez que transmitía su propio estado de ánimo a aquellos a quienes arengaba. Los hombres obedecieron atravesando la marisma a la carrera. El ejército entero, al contemplar el fenómeno, creyó ciegamente en la protección de Poseidón, tal y como les había prometido su general en la arenga del día anterior. Su excitación alcanzó tal nivel que se apretujaron, forzaron el paso hacia una pequeña puerta e intentaron, desde fuera, derribarla con la ayuda de hachas y de machetes. Entre tanto, los que habían atravesado la laguna encontraron las almenas desguarnecidas y lograron colocar sus escalas sin ningún peligro, tras lo que ocuparon aquel lienzo de muralla sin necesidad de combatir.
Los defensores, que estaban atentos al ataque por la zona del istmo, no pudieron advertir lo que estaba sucediendo a sus espaldas y se vieron sorprendidos por los que habían superado la muralla por la zona de la laguna, que favorecidos por la sorpresa y la fuerza de las armas, facilitaron la entrada de los que estaban fuera tomando rápidamente la ciudad y su acrópolis, tras lo cual se procedió a la matanza indiscriminada de sus habitantes (para ejemplo de lo que podía sucederles a otras ciudades que se opusieran al poder de Roma), al saqueo y al reparto del botín.
Mural CV
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