Los romanos conquistaron la ciudad al igual que otras regiones bajo el dominio de Cartago, en el año 218 ac. tras las guerras púnicas. En el año 74 el Emperador Vespasiano otorgó a Malaca la Lex Flavia, al amparo de la latinidad para toda Hispania de forma generalizada. Sin embargo, esta concesión no entró en vigor hasta algún momento entre los años 81 y 96, ya bajo el mandato del Emperador Domiciano.
Los romanos unificaron a las gentes de la costa y del interior bajo el común poder romano; además se establecieron colonizadores itálicos que explotaron los recursos naturales y trajeron el latín, y unos usos y costumbres que cambiarían la vida de los pobladores existentes.
El paso de Málaga al dominio romano, formando parte de del área de la Hispana Ulterior. Durante ésta época, el Municipium Malacitanum es punto de tránsito dentro de la Vía Hercúlea, dinamizadora de la ciudad tanto económica como culturalmente, al comunicarla ésta con otros enclaves desarrollados de la Hispana Interior y con los demás puertos del Mediterráneo. De esta época data el Teatro Romano, uno de los más antiguos de toda la hispana. Al caer la República y advenir el nuevo sistema político del Imperio, los territorios de Málaga, que ya llevaban dos siglos ocupados por los romanos, quedaron repartidos administrativamente entre los cuatro conventos jurídicos en que se dividió la provincia Bética, recién creada por Augusto.
Según el griego Estrabón, la urbe tenía planta irregular, estilo propio de las ciudades fenicias. Los romanos comienzan la construcción de obras importantes. La dinastía Flavia comienza el Puerto de Málaga y con Augusto se construye el teatro romano. Es el emperador Tito, de la familia Flavia, quien concederá a Málaga los privilegios de municipio. En la época romana la ciudad (en latín Malaca) alcanza un notable desarrollo; convertida en ciudad confederada, se regía por un código especial, la Lex Flavia Malacitana y con peso importante de gente culta y amante del arte. A esta etapa pertenece el teatro romano y algunas piezas escultóricas conservadas en el Museo Arqueológico Provincial.
En lo referente a algunos aspectos sociales, como la vida espiritual, se encontraban algunas diferencias como consecuencia de su origen étnico. En cuanto a lo económico, la riqueza del territorio obedecía fundamentalmente a la agricultura de las zonas interiores y a la abundancia pesquera de las aguas que bañan el litoral. Entre los productos malagueños que alcanzaron fama debe destacarse el "garum" malacitano que llegó a tener gran fama en la capital del Imperio.
En el año 325, año del Concilio de Nicea, Málaga aparece como uno de los pocos enclaves romanos dentro de Hispania en los que había enraizado fuertemente el credo cristiano. Anteriormente, se habían producido frecuentes levantamientos de carácter anti romano catalizados , por la oposición al paganismo de los hispano romanos asimilados al cristianismo
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