Son docenas las oficinas alfareras halladas en las catas arqueológicas, repartidas por el territorium tritiensis, y se considera que casi todos los habitantes de esta ciudad estaban involucrados en esta manufactura.
Desde la primera mitad del siglo I y el siglo II d. C. Tritium Magallum se convierte en un poderoso productor y comercializador de cerámicas, principalmente en terra sigillata, equiparándose a otros prestigiosos alfares gálicos como los procedentes de La Graufesenque o Lezoux. Estas piezas de cerámica son distribuidas a gran escala y algunas firmas de prestigiosos alfareros de esta ciudad como las de Valerius Paternus, Sempronius, Lapillius o Matemus Blandus aparecen en cerámicas encontradas en toda Hispania y también en Mauretania, posicionándose en los mercados de Britania, Germania y Ostia, alcanzando Asia.
La producción decae en el siglo III recuperándose en el siglo IV hasta la llegada de los pueblos germánicos tras la caída del Imperio romano.
Algunas personas de la saga familiar alfarera de los Mamilios, llegaron a colocarse en puestos muy relevantes en la provincia Tarraconensis.
Motivos representados en las cerámicas
Las vasijas producidas en los alfares tritienses podían ser lisas, pero, con frecuencia, estaban decoradas con relieves. En un principio se utilizaron, fundamentalmente, temas de tipo vegetal, imitando a las cerámicas de la Galia. Más tarde se empleó un estilo en el que abundaban las metopas, es decir, adornos situados dentro de figuras rectangulares enmarcadas por orlas. En la última época, los adornos consistían, sobre todo, en el empleo de cenefas, rosetas o círculos.
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