Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista de la época de Carlos V y natural de Madrid, nos dejó en sus Quinquagenas (FERNÁNDEZ DE OVIEDO, 1989) registro de un posible miliario madrileño, que estaría situado en la Puerta de Moros, que se abría al SE del recinto cristiano de la villa:
«quando yo fuy mancebo desee saber e inquerir las antigüedades del fundamento de Madrid, e como no halle por su mucha antigüedad en «scritis», bolvime a conjeturar e mirar si en sus edificios toparia algun vestigio. E tope memorias de piedras esculpidas deletreros que dan noticia del tiempo de los romanos, que poseyeron a España.»
Entre las inscripciones que vio, seguramente alrededor de 1500, nos interesa sobre todo «una que avía estado enterrada cerca de la Puerta de Moros; la qual era tosca, rolliza y de forma de coluna, mas alta que un estado de hombre», en la que se podía leer, según su testimonio, la inscripción SERTORIS.
La forma: rolliza, «fuerte duro, redondo, como en figura de rollo»3, de forma de columna, y el tamaño, más alta de rollo», de forma de columna, y el tamaño, más alta que la estatura de un hombre, corresponden bien a un miliario.
Es decir, la inscripción se había traído de donde estaba enterrada, cerca de la Puerta de Moros, y se había colocado debajo del dintel de la salida del portillo, de forma que, en cien años y por el trajín del paso de llantas y herraduras, las letras que se podían leer en tiempos de Fernández de Oviedo se habían desgastado, de forma que Quintana ya no pudo reconocerlas.
Hübner recogió la inscripción en el C.I.L. II, con el número 3056, pero sin hacer ningún comentario a la misma y fue Fidel Fita (FITA, 1910) el que primero creyó que se trataba de una piedra miliaria, relacionándola con la de Valtierra.
Este miliario trajaneo no se conserva físicamente, y las noticias que tenemos de él nos han sido transmitidas por dos fuentes del siglo XVI, la contestación de Arganda a las llamadas Relaciones topográficas de Felipe II y las Antigüedades de las ciudades de España de Ambrosio de Morales.
La primera dice así: ALVAR EZQUERRA, 1993:1, 175):... Hallose en un pilar, en la casa de Pero Hernández, vecino de el, un letrero antiguo, que el susodicho dijo haberle traído del despoblado de Valtierra, que tiene las letras siguientes y apuntacion:
IMP. NERVA. CAESARAVGV.TRAIANVS. GER. PONT.MAX.TRIB.
POTEST.IIII.COS.II.RESTI
TVIT.ACOMP.XIIII
cuya declaración no entendieron.»
En cuanto a la segunda, Ambrosio de Morales (MORALES, 1575: f. 33 y p. 54) da una versión casi idéntica, aunque con distinta distribución de renglones:
«IMP.NERVA
CAESARAVG.
TRAIANVS.
GER.PONT.
MAX. TRIB.
POT.III I P. P.
COS.II RESTI.
TVIT A COMPL.
Dice en castellano lo mismo que el mármol pasado [el miliario también trajaneo de la Barca de Los Santos, que inserta más atrás] sino que se lee el número de los consulados, y es quatro, y acaba con estas palabras: Restituyó este camino en las catorce millas que hay desde Compluto hasta aquí.»
La versión de Morales, por la propia naturaleza de la obra y la personalidad del escritor es más fiable que la del informante de la encuesta de Felipe II.
Fita (FITA, 4910), partiendo de la lectura de Morales del miliario Ide Valtierra, fue el primero en suponer que, a partir de lo que se podía ver en la piedra de la Puerta de Moros, que «estaría sumamente gastada, y de los vocablos esparcidos en dos renglones, un lector, nada exp , compuso la palabra SERTOR/S», cuando en realidad se trataría de un miliario como el de Arganda- Valtierra, en el que se habrían leído mal las líneas: GER.POnt/ max.tRIB.
Lostal (LOSTAL PROS, 1992: 65), siguiendo a Fita, afirmó que la pieza podía ser un miliario de Trajano, de fórmula similar a los tres de Alcalá, aunque, para él SERTORIS saldría de un hipotético GER.POnTIF
En 1995 la revista Hispania Epigraphica (HISPANIA EPIGRAPHICA, 1995: 552, p. 144) reseñaba la nueva transcripción de Lostal: «El autor reconoce el carácter hipotético de su restitución, y lo único que puede sostenerla es la relativa abundancia de miliarios de Trajano en la zona centro en torno a Complutum. El miliario se fecharía entre el 10 de diciembre del año 99 y el 9 de diciembre del año 100.» Stylow, de forma lapidaria, afirma sobre la nueva lectura: «Restitución sin fundamentos».
Por nuestra parte el año pasado presentamos (RODRÍGUEZ MORALES, 2007, 27-28) una posible lectura ligeramente diferente de la pieza:
«La lectura que dan las fuentes, SERTORIS, sería fruto del afán de los anticuarios del XVII de buscar un pasado glorioso a Madrid y provendría de un error al leer una piedra muy gastada; la formula podría ser más bien GER(manicus) PONT(ifex), pudiendo fácilmente confundirse GER.PONT. con SER TORI(S).
» El lugar en donde se reconoció la pieza, una de las puertas de entrada a la ciudad medieval, y el uso que se le había dado, como piedra del pavimento, abundan en su hallazgo muy cercano, ya que no parece que se trate, como otras inscripciones de las que hay noticia en Madrid, de una pieza traída de los alrededores como las que salpicaban las fértiles vegas del Henares y Jarama. No parece descabellado pensar que esa vía hubiera cruzado el solar que ocuparía la Madrid medieval, desde luego habitado en época romana, como se deduce de la serie de inscripciones procedentes de allí, para traspasar el Manzanares, conectar con la gran calzada que venía de Segovia por el puedo de la Fuenfría y se dirigía a Titulcia.»
Desde luego el argumento más claro a favor de esa vía sería la existencia del miliario de Puerta de Carros —negada por Stylow— , para lo que creo que tenemos que volver a examinar con cuidado —como hacemos aquí— el problema de la naturaleza de la inscripción.
Jesús Rodríguez Morales En El Miliario extravagante
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