viernes, 11 de diciembre de 2020

La conquista Romana de la Península - Capítulo 1

LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA Y LOS INICIOS DE LA INTERVENCIÓN ROMANA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. PRIMERA FASE DE LA CONQUISTA 


Antes de marchar Anibal hacia Italia dejó cubiertas y establecidas muchas operaciones necesarias en Hispania. Realizó una rápida incursión hacia  Salmantica (Salamanca) y  Arbucola (Tal vez  Toro  o Zamora), donde reclutó varios miles de mercenarios destinados a la defensa de Cartago. Retuvo en  Saguntum y  Cartago Nova a rehenes de las principales familias indígenas que garantizaran no sólo su sumisión, sino que impidiera su inclinación al romano. 

Estableció sus fuerzas de forma estratégica; Asdrúbal se situó al sur y Hannon al norte del río Ebro, para que cerraran el paso al ejército enemigo, al mismo tiempo que permitían una comunicación segura y abierta a cualquier ayuda procedente de Cartago. En  el año 218 a. C., Cneo Escipión, al mando del ejército romano, junto con su hermano Publio, desembarcaba en  Emporion, ciudad de origen griego, aliada de Roma. Atravesó el valle del Ebro, recuperó Saguntum y se dirigió hacia el sur. Su  desenvolvimiento por la península se señala por dos caracteres fundamentales: la rapidez de su avance y el despliegue diplomático con los indígenas, liberando a los rehenes de Cartagena y Sagunto y atrayéndose a reyezuelos como Indíbil, Mandodonio y Edecón, rey de los edetanos. Sin embargo, su táctica resultó ser excesivamente arriesgada. Ambos generales romanos, Cneo y Publio cayeron en  Urso y  Castulo respectivamente en el año 211 a. C. 

Poco después llegaba a Hispania el hijo de Publio Escipión, Publio Cornelio Escipión, el vencedor definitivo de esta guerra. En  el año 209 a. C., Escipión sometió la ciudad de  Carthago Nova, que pasaría de ser la capital cartaginesa al núcleo principal romano desde el cual se procedió a una campaña de sometimiento sistemática de los territorios que se encontraban bajo el control cartaginés. Así cayeron  Castulo (Linares), Baecula (Bailén),  Ilipa (Lora del Río) y  Carmo (Carmona), con el resto de Bética y  Turdetania. 

La fenicia  Gades, que no se hallaba muy conforme con el dominio púnico, prefirió establecer con Roma un pacto ventajoso. En  el año 206 a. C. fueron expulsadas las últimas fuerzas que Cartago mantenía en el sur de la Península. Era el final de la dominación púnica de los Barca, iniciada 30 años antes. 

La victoria de Zama en el año 202 a. C. sobre Cartago, convertía a Roma en la potencia indiscutible en el Mediterráneo. Ello suponía la anexión de nuevos territorios, entre los que se encontraban todo el sur de la península ibérica, desde  Gades hasta  Carthago Nova, las ricas tierras del Levante y las del valle del Ebro. 

Desconocemos hasta qué punto Roma habría planeado la conquista de Hispania en su enfrentamiento con Cartago, pero, conocidos sus grandes recursos humanos y económicos, no quiso renunciar a ellos. A partir de entonces, se consolidó la presencia y el asentamiento de Roma. Tras un periodo de enfrentamientos como el acaudillado por Ildíbil y Mandonio, alternado con pactos, alianzas, gestiones y tentativas de controlar el territorio, Roma inició su definitivo establecimiento en la península.

Pilar Fernández Uriel

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