lunes, 6 de agosto de 2018

Honderos baleares

Si indagamos en la historia de los primeros pobladores, encontramos que ya desde muy jóvenes eran adiestrados para manejar el lanzamiento con la honda. Según la leyenda, los padres colocaban la comida de sus hijos sobre ramas de árbol y éstos si querían comer debían derribarla con la honda, sino ese día no comían. De este modo les inculcaban que la honda debía de ser una extensión de su cuerpo, ya que si aprendían a manejarla a la perfección, podrían sobrevivir cazando y defenderse de ataques enemigos. Para ser admitidos en los grupos guerreros, se colocaban objetos en diversos lugares y el aspirante a guerrero debía derribarlos todos. Si lo hacía era nombrado guerrero y reconocido por el poblado. Si fallaba, debía seguir practicando hasta poder realizar la prueba con éxito.

Los guerreros honderos eran muy conocidos por su habilidad y destreza. Cada guerrero llevaba sobre su cuerpo tres hondas, una enrollada en la muñeca a modo de brazalete que era usada en distancias cortas, otra enrollada en la cabeza a modo de cinta que se usaba para lanzamientos de alcance medio y por último, una atada a la cintura a modo de cinturón que era usada para lanzamientos más largos y potentes. Dichas habilidades eran admiradas por los historiadores romanos y griegos, ya que eran guerreros de gran coraje y puntería, por ello eran conocidos por todo el Mediterráneo.
Hay que decir que los honderos baleares, lucharon como mercenarios en las dos primeras guerras púnicas, a las órdenes de Amilcar Barca, de Asdrubal, y también lucharon posteriormente a las órdenes de Anibal, repudiando los ataques del ejército romano en la península ibérica, hasta acorralarlos. Cuando el Cónsul de Roma, Cecílio Metelo intentó conquistar las islas Baleares, los guerreros usando únicamente la honda y piedras como proyectiles hundieron varias naves romanas haciendo blanco en la zona sumergida de éstas. Esto le hizo retroceder siendo derrotado por la precisión de los proyectiles de los isleños. Pero dos años más tarde, después de haber recubierto sus naves con pieles, Cecilio Metelo regresó a las Baleares y esta vez las piedras no pudieron atravesar la coraza de cuero. Roma conquistó las islas Baleares en el año 123 a.d.C., fundando las dos ciudades principales de la época en Mallorca, Palma y Pollentia (ésta última la fundó porque estaba más cerca de Roma desde la isla).
Julio César, emperador de Roma, era conocedor de las hazañas de los guerreros baleares, y solicitó sus servicios como primera línea de infantería en las guerras contra la  Galia; una de las últimas confrontaciones en las que combatieron los honderos baleares. En las ciudades, los romanos crearon escuelas y los campos comenzaron a ser cosechados, dejando la honda a un lado y dando paso a la agricultura. En algunos asentamientos talayóticos de la isla de Ibiza, se han hallado proyectiles metálicos más pesados y con formas más aerodinámicas,  que, sin duda, permitían lanzamientos más largos, potentes y precisos que con los realizados con piedras.

(La realidad oculta)

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