La batalla del río Ebro fue una batalla naval entre la flota cartaginesa y la romana cerca de la desembocadura del río Ebro en la primavera de 217 a. C. La primera flota estaba compuesta aproximadamente por 40 quinquerremes bajo el mando de Himilcón, y la segunda de unas 55 naves al mando de Cneo Cornelio Escipión Calvo.
La batalla
Tras alcanzar el río Ebro, la flota cartaginesa quedó amarrada cerca del delta. Los marineros y la tripulación dejaron las naves para buscar alimento en tierra, puesto que no contaban con naves de transporte que llevaran provisiones para la flota. Aunque Asdrúbal había colocado exploradores en tierra para detectar las actividades de los romanos, Himilcón no había reservado naves para advertir de los movimientos de navíos enemigos. Por otro lado, un par de naves procedentes de Masilia habían logrado localizar a la flota púnica y habían logrado regresar sin ser detectadas para avisar a Cneo Cornelio Escipión de la presencia cartaginesa. La flota romana había navegado desde Tarraco y estaba posicionada a tan sólo 10 millas al norte de la posición cartaginesa cuando esas noticias llegaron a su general. Las naves romanas estaban tripuladas con legionarios escogidos, y se lanzaron a atacar a la flota púnica.
Los exploradores del ejército de Asdrúbal detectaron la aproximación de la flota romana antes incluso que la propia armada púnica, y avisaron a los tripulantes de la flota del peligro que se avecinaba mediante señales de fuego. Muchos de los tripulantes habían bajado a buscar alimento, por lo que se vieron obligados a volver con prisas a ocupar las naves y a zarpar de forma desordenada. Hubo muy poca coordinación y algunas naves se vieron incluso con tripulaciones demasiado escasas para afrontar la inminente batalla por culpa de la sorpresa conseguida por los romanos. Cuando Himilcón zarpó, Asdrúbal acercó a su ejército a la costa para dar apoyo moral a su flota.
Sin embargo, no sólo tenían los romanos la ventaja de la sorpresa total y de la superioridad numérica (55 naves por tan sólo 40), sino que la efectividad de combate de las naves cartaginesas era menor debido a que una de cada cuatro naves púnicas estaba recién construida y entrenada,[5] sin experiencia en batalla. Los romanos formaron en dos líneas con 35 naves romanas al frente y 20 naves masilianas en la retaguardia. Con esa formación y con la capacidad de navegación de las naves griegas, la flota romana conseguía contrarrestar la superior maniobrabilidad de la flota cartaginesa.
Los romanos fueron atacando a las naves cartaginesas a medida que salían del río, atacando y hundiendo 4 naves y abordando y capturando 2 más. Ante esa situación, las tripulaciones cartaginesas perdieron la esperanza, abandonaron las naves y buscaron la protección del ejército en tierra. Los romanos aprovecharon ese movimiento para tomar otras 23 naves cartaginesas abandonadas.
Consecuencias
La derrota resultó ser decisiva a largo plazo. Asdrúbal se vio obligado a marchar de vuelta a Qart Hadasht ante la amenaza de ataques por mar sobre los territorios cartagineses.
Wikipedia
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