La villa romana de San Esteban de Falces es un ejemplo del poblamiento rural en Navarra en los primeros siglos de nuestra era. Su excavación comenzó en 1969. Varias campañas en la década de los 70 completaron la investigación del yacimiento.
Se encuentra junto a la carretera que une Falces y Lerín. Desgraciadamente, la construcción de esta carretera destruyó parte del yacimiento.
La villa está estratégicamente situada. Se asienta en una terraza del Arga, a 20 metros sobre el río, dominando un amplísimo panorama que incluye las tierras que eran explotadas por la villa. Los cultivos principales eran cereales y vid. También trabajaron el olivo, frutales y productos de huerta. Se encuentra a 430 metros de altura sobre el nivel del mar.
El cierre de la villa por el lado oeste lo constituye un muro de contención muy bien conservado. Protege a la villa de corrimientos de tierras y de los efectos de las lluvias torrenciales. Perpendicularmente a este muro de contención parten otros muros que forman habitaciones o compartimentos cuya función era almacenar los diferentes productos agrícolas.
Adosado al gran muro de contención se encontró un lagar fabricado de fuerte argamasa romana, de 3,88 por 1,90 de más de un metro de profundidad.
Junto al lagar aparece una plataforma que era el lugar destinado al pisado de la uva (torcularium) y comunica por un canal con el lagar.
Se encontró también una pequeña bodega, hoy desaparecida, excavada en la roca virgen. Tenía 1,60 metros de profundidad. Las paredes de la bodega presentaban 3 grandes nichos para albergar dolias, grandes recipientes para almacenar el vino. Una apareció prácticamente completa. Las otras dos se pudieron recomponer pues se encontraron todos los pedazos.
La cerámica aparecida en el yacimiento permitió datarlo. La primera ocupación se estima en el siglo I d. C. Se abandonó en el siglo V d.C.
Las habitaciones se abren a un corredor porticado del que quedan los sillares para el apoyo de las columnas.
Entre los materiales encontrados se encontró cerámica romana y celtibérica. Destacan también algunas monedas romanas del s. IV d.C.
Esta villa es un ejemplo de la rápida romanización del valle del Ebro en tierras navarras. Este proceso de romanización comienza en el s. II a.C. Y entre las prioridades de los recién llegados está la de obtener provecho de las feraces tierras del Ebro y de los valles del Ega, Arga y Aragón. El siglo II es una época de auge de las construcciones campesinas. Estas villas, como la de Arellano o Liédena, están perfectamente estructuradas. Tras las invasiones bárbaras de contingentes franco-alemanes que se produjeron entre el 260 y 275, entrados ya en el Bajo Imperio Romano, las explotaciones rurales experimentan un gran apogeo, ya que se produce un progresivo abandono de las ciudades. Esto ocasiona un cambio esencial del mundo campesino. Grandes villas regidas por nobles señores aparecen dominando la producción agrícola. Las invasiones bárbaras del siglo III destruyeron muchas de las villas, y así parece que sucedió con la de Falces. En algunos niveles se aprecian restos de cenizas que delatan destrucción e incendio. Pero estas villas destruidas se reconstruyeron posteriormente con el auge de la vida rural en el Bajo Imperio. En la villa de Falces prácticamente todas las estructuras conservadas corresponden a este último periodo.
La villa romana de Falces se puede adscribir al tipo llamado de “peristilo”. Cuatro alas se disponían en torno a un amplio patio central. El ala oeste es la mejor conservada, la que se encuentra junto al muro de contención. En esta parte se llevaba a cabo la elaboración del vino, con el pisado de la uva y el almacenamiento del vino. En las habitaciones adosadas al muro de contención además se guardaban los otros productos agrícolas producidos.
Del ala sur se conservan varias habitaciones que estaban enlosadas con lajas de piedra. Desgraciadamente, la parte este y sur se ha perdido. La construcción de una antigua ermita, hoy también desaparecida, una cantera de grava y la construcción de la carretera afectaron al yacimiento. Se encontraron teselas, lo que es prueba de la existencia de mosaicos que se han perdido. Esta parte debía de ser la zona de la vivienda el dueño de la villa, donde estaban las estancias más lujosas.
Su situación cumple los preceptos de los agrónomos romanos, con tierra fértil y agua en abundancia. Además para disfrute del dueño y del visitante también la villa ofrecía amplias panorámicas sobre su entorno.
Arqueología navarra
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