jueves, 29 de octubre de 2020

La Granja - Viana de Navarra


En el ángulo suroeste de la jurisdicción vianesa se localiza el término rural de La Granja; limita al norte con el embalse de Las Cañas y al sur con el Ebro. Los restos romanos afloraron al sur de la carretera Logroño Mendavia, muy cerca ya de los límites con La Rioja y frente a Varea. Se trata de una finca dedicada al cultivo. Todos los materiales fueron recogidos en superficie y afloraban abundantes, aunque fragmentados, tras la remoción de la tierra por medios mecánicos para su cultivo. La mayor parte de estos materiales son constructivos, vasos cerámicos y alguna muestra de metal.

Los restos constructivos consisten en fragmentos de tégula e ímbrices de pastas rojizas con los lomos elevados y redondeados de diversos perfiles, pequeños ladrillos de base rectangular y algunos estucos pintados de rojo oscuro.

Las cerámicas sigillatas son muy abundantes, pero debido a su estado fragmentario apenas se han podido reconstruir algunas formas. Sobresale con mucho la forma Ritterling 8, de pastas duras y compactas color rosáceo y barnices rojo brillante y anaranjado. Algún ejemplar con el pie bien marcado podría fecharse en el siglo I. Otras formas lisas son la Dragendorf 44, 36, 39 y 15. La 44 de barniz mate puede indicar fecha más tardía, el borde de la 36 está decorado con hojas de barbotina y la 15/17 es un tipo antiguo del siglo I.

Algunos bordes bien moldurados de jarrita evidencian la forma Hispánica 1 y las tapaderas la forma Hispánica 7.

La forma decorada más abundante es la 37. Inmediatamente a la zona del borde y con baquetoncillo de separación aparecen los círculos sencillos o sogueados separados por baquetones o puntas de flecha y motivos vegetales. Las pastas son excelentes, de coloración sonrosada, y los barnices rojo brillante.

Los motivos decorativos de la sigillata son variadísimos; entre las figuras de persona se distinguen hombrecillos desnudos y con el cuerno de la abundancia, escenas de caza y un Eros. Hay representadas varias especies de perros y de aves, una de estas últimas muy característica picándose la pata, conejos, etc. Son variados los vegetales así como las rosetas, éstas con diverso números de pétalos encerradas, a veces, en círculos, los lirios y las palmetas.

El motivo geométrico más abundante es el círculo. Los hay de diversos tamaños puestos unos tras otros o de forma concéntrica hasta cuatro ejemplares, de trazado lineal, sinuoso o, a veces, discontinuo. En algunos casos se entrecruzan unos con otros. 

Los frisos horizontales de separación llevan circulitos, flores y puntas de flecha entre dos baquetoncillos; los motivos verticales consisten en vegetales, baquetones de líneas sinuosas, circulitos y puntas de flecha. Con frecuencia, la separación metopada se realiza mediante varios baquetones, líneas sinuosas con vegetales o puntas de flecha. Otros tipos decorativos son los gallones, los rombos y la labor de ruedecilla. La mayor parte de los grafitos, de difícil lectura, aparecen sobre los fondos de TSH.

Dentro de las cerámicas llamadas comunes englobamos una gran variedad de tipos, pastas y coloraciones. Son muy abundantes los fragmentos de las grandes tinajas de almacenamiento, los dolia. Una cerámica muy característica es la realizada a mano, de pasta gris granulosa con mica y cuarzo y superficies pulidas grises y marrones; estas vasijas entraban en contacto directo con el fuego. Otros fragmentos de vasijas tienen colores rosáceos y amarillentos o están engobadas de tono marrón. Otros materiales cerámicos son una pesa de telar y un pequeño fragmento de lucerna.

El metal escasea y tan sólo se han recogido una pieza de bronce con nudo bien moldurado y pivotes agujereados, que se articulaba con otras, y cuya finalidad se desconoce, y un fragmento de plomo, quizá de vasija, en el que representaron en bajorrelieve dos palomas frente a frente rodeadas por decoraciones vegetales.

Este asentamiento ha proporcionado materiales pertenecientes en su totalidad a la romanización. Algunas cerámicas sigillatas, con esmeradas decoraciones y con barnices brillantes evidencian una época encuadrable dentro del siglo I de nuestra Era. Este emplazamiento, posiblemente una villa de explotación agrícola, con agua, bosque y feraces tierras de cultivo debió de perdurar, por lo menos, según algunas cerámicas, hasta el siglo IV, y es difícil precisar su desaparición.

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